Arrepentimiento
Las barreras mentales que interponemos en favor de lo que pueda pensar el otro, vienen a ser como muros impenetrables, colocados inconscientemente por necesidades sociales, dificultando así la debida fluidez que nos aportaría una vida mental saludable. Qué pensarán los demás, se convierte en el muro de las lamentaciones en aquellas personas que, por la edad, comienzan a hacer balance de sus vidas, arrepintiéndose de no haber disfrutado de lo que realmente hubieran querido hacer. Cuánto tiempo perdido, utilizado en pensar por los demás. Cuánta energía desperdiciada por la ignorancia de lo intrascendente. Debe llegar el ocaso en nuestras vidas, para que, desde una posición energética en declive, seamos capaces de valorar el mal uso que hicimos de esa fuente potencial, utilizada en cuestiones de poco calado mental.
Si hubiéramos aprovechado el torrente de energía que se nos facilitó, sin esas trabas mentales de por medio, podríamos haber escalado (sin tanta dificultad) mayores cimas en nuestra orografía cognitiva. Alcanzar altas cotas con menor esfuerzo, hubiera sido la forma ideal de administrar nuestra mal utilizada capacidad mental. Llegado el ocaso de nuestras vidas, los arrepentimientos serían menos y más livianos.
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