La minería asturiana, ayer y hoy
Si bien no estamos con todo aquello que suponga violencia, agresividad y vandalismo -que protagonizan los que no reivindican nada, sino atentar contra el orden constituido y la paz social-, sí estamos en cambio con los buenos mineros que defienden su pan y su trabajo, defensa que es extensiva a Asturias y sus minas. En ellas queda carbón a manta, y las que, Bruselas y el Gobierno de Rajoy, quieren darles el cerrojazo. Esto no es justo, y contra ello hay que luchar, pero pacíficamente, sin perjudicar ni causar molestias a nadie, como ha venido ocurriendo. Las manifestaciones, barricadas y cortes de trafico, llévense a la Zarzuela, la Moncloa, el Senado y el Congreso, que es de donde se dirige y cuece, bueno o malo, cuanto guisan sus excelencias y señorías, a los que no parece importarles lo más mínimo el grave problema de nuestra minería.
Una minería, la de Asturias -siempre despreciada y objeto de negras y falsas leyendas-, que en aquella famélica posguerra de los años 40 levantó la destrozada economía española, trabajando aquellos bravos mineros de sol a sol, con la tripa vacía y un salario de miseria, dejando entonces en el tajo lo mejor de sus vidas. La silicosis acabó de hacer el resto.
Ayer, Asturias, trabajo, sacrificio y carbón, para levantar un destrozado país. Hoy, esta dramática situación minera, vergonzosa, y todo porque los gobiernos habidos nos han dado de lado. Gobiernos, sí, y también empresarios y patronos, que no fueron previsores y no supieron, o no quisieron, modernizar ni hacer rentables sus instalaciones mineras, o bien crear empresas complementarias o alternativas al carbón. Las consecuencias aquí las tenemos hoy: ruina, desolación y una juventud sin trabajo ni futuro. Y en las minas asturianas sigue habiendo carbón para dar y tomar, millones y millones de toneladas de un buen carbón que puede volver a ser tan importante y necesario como en el pasado.
No sólo las cuencas mineras sino toda Asturias se tiene que solidarizar en esta justa reivindicación minera, pero pacíficamente, sin violencias ni desórdenes callejeros, como ha venido ocurriendo hasta ahora. Ello perjudica y descalifica toda justa reivindicación. Y de esto se tienen que preocupar los sindicatos, que son los convocantes de toda huelga o manifestación. Y, como consecuencia, responsables de todo cuanto pueda ocurrir en ellas. Sí, todos unidos en defensa de nuestros mineros y de nuestro carbón que, en definitiva, lo es también de Asturias.
El día que España entró en la UE, y cambió la pesetina por el puñetero euro, todo comenzó a ir de glúteo en nuestro pueblo. ¿No sería mejor volver a lo de antes? Sí, y que Bruselas y todos los demás se vayan al cuerno.
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