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La historia se repite

5 de Julio del 2012 - Alberto Sorribas Menéndez (Oviedo)

Tengo la impresión de que estos últimos gobiernos socialistas nos están tomando el pelo a los españoles. Cuando llega la hora de arrimar el hombro, para tratar de sacar a esta España del atolladero, en que ellos mismos nos metieron, se dedican en el Parlamento a tirarse los trastos unos a otros, ante los atónitos espectadores, que somos los de los votos, echándole más leña al fuego a esta penosa situación, en vez de buscar soluciones, que unos, para eso tienen el poder, y los otros, para enderezar el rumbo de esta nave que se va, no al garete, sino a ese fondo que parece no va a llegar nunca, pero que el día menos pensado amaneceremos con una quiebra total de todo este invento.

Señores, pónganse a trabajar de una vez por todas, y déjense de rencillas, de politiqueo de baja estofa en el que están sumidos, que a mí me importa un comino lo que les ocurra a ustedes, claro, pero a lo que no tienen derecho es a poner en peligro a toda una nación como la española.

Ahora esto ya se acaba, hace tiempo que se veía venir y llegó a su fin. Ahora seremos gobernados desde fuera de nuestras fronteras, quién lo diría a estas alturas, que tanto decir eso de que «viene el lobo». El lobo ya llegó. No, pero aún no estamos conformes y nos dedicamos a poner barricadas, yo creía que eso eran cosas del pasado siglo. Y no solamente esto, sino que estamos poniendo en peligro la paz de España con esos accidentes provocados en los ferrocarriles y en las carreteras, donde el día menos pensado alguien perecerá a causa de unas provocaciones de esa gente que quiere seguir viviendo de todo lo conseguido, por este mismo método, durante años y años.

Claro, ahora llega el Partido Popular al Gobierno y nos hacemos montaraces, y ¿por qué no antes? Uno de los culpables de esta situación se está embolsando unos miles de euros anuales, y nadie protestaba, claro ahora se ve claro que cuando la diestra está en el Gobierno de la nación, éstos no quieren ver que esto ya venía de atrás. Cuando los sindicatos y todas esas izquierdas anonadaban al personal y con toda desfachatez le echan la culpa de todo al actual Gobierno, que bastante tiene con andar por Europa mendigando un rescate, no demasiado oneroso, para nuestros ya casi vacíos bolsillos.

Y se quejan, precisamente los que viven de las subvenciones, de que pagamos entre todos para que, entre otras cosas, unos prejubilados, de poco más de 40 años, ganen por encima de los dos mil euros mensuales, como mínimo. Si todas las subvenciones, que están recibiendo desde hace años toda esta gente, ayudase a mantener un negocio ruinoso, se hubiera dado a esa inmensidad de pequeños empresarios que se fueron a la ruina seguro que no habría tanta gente camino del Inem, pues el paro en España sería bastante menor y no estaríamos en esta situación, claro que de esta forma, manteniendo este sistema, podemos «colocar» a nuestros hijos. ¿Y los hijos de los demás qué? Claro que piensan lo del viejo refrán: «El que venga detrás, que arree». Creo que esta situación, la misma, ya la vivimos hace muchos años, claro que ahora no se ve a nadie capaz de levantar a esta España. Los mineros y sus sindicatos no se resignan y luchan para no perder las prebendas obtenidas desde tiempo inmemorial, porque el combustible imprescindible de otras épocas ya no es rentable, como no eran rentables otras industrias y se fueron eliminando, y así muchos años. Señores, no se puede vivir de la subvención, ¿quién la va a pagar? A ver si de una vez por todas alguien se dedica a trabajar en algo que beneficie a España, un ejemplo: ¿para qué queremos casi medio millón de políticos (500.000)? ¿Para qué tantos? ¿Es que con menos no se podía gestionar bien esta nación?

Y en referencia a la carta de un lector bajo el título «Lo que significa ser minero, oiga, para llegar a esas situación, desde luego penosa, no hace falta trabajar en la mina, pues yo fui testigo de muchos accidentes laborales, y entre ellos mis ojos vieron enterrar a un electricista, que cabía en una caja de zapatos, e infinidad de accidentes, a lo largo de mi vida profesional, albañiles que se caían de andamios a diez pisos de la calle, viajantes de comercio tapados con una sábana en la carretera, eso sí, fuera de la mina. Todo esto es penosísimo, pero pregunten a mujeres de gente del mar que pasaban días y días mirando al horizonte, esperando una embarcación que nunca llegaba.

Esto es pura demagogia, lo único verdadero son los muertos, que son numerosos, fuera de la mina, y además por un salario infinitamente menor.

Y con los actos que protagonizan, sus reivindicaciones son impresentables, por muchas razones que ustedes tengan, que, a mi parecer, no las tienen.

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