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La construcción de la persona

5 de Julio del 2012 - David Piquero Soto (Langreo)

Habría muchas formas posibles de enseñar, qué duda cabe, pero tan cierto que unas están mejor establecidas que otras. Que lo que habrá que propiciar es que quienes enseñan no tengan pretensión alguna de que sus hijos fuesen aquello que ellos no pudieron ser, porque hasta los mismos hijos deben tener criterios propios por los que regirse, ni hubiera que pretender que nuestros hijos para bien o para mal siguiesen nuestros pasos, pues deberían ser personas con identidad propia, a las que debiera respetárseles sus pareceres y apoyarlos en aquello que ellos decidieran ser.

Lo que una buena enseñanza no debiera hacer es dejar que los hijos no se responsabilicen de lo que hacen, así, como inculcar en los niños que van creciendo a ser coherentes, conscientes y consecuentes con lo que hacen. Ya que no hacer asimilar unas responsabilidades acaba por anular e impedir crecer a la persona, por lo que tienen que existir y a medida que se cumpliesen con ellas con el tiempo serían más y/o mayores, estas responsabilidades, que tienen que traducirse en conceder en la medida que se cumplan con ellas, de forma pareja, en una mayor libertad de la persona para obrar y decidir sobre de su propia vida.

Otra cosa que no debiera favorecerse son conductas infantiles atribuyéndole gratuitamente las cosas, ya que así estaremos colaborando a que el niño no luche ni se sacrifique por nada, favoreciendo criterios poco sensatos sobre quién recibe ese aprendizaje y mentes antojadizas y caprichosas, que será con el tiempo alguien incapaz de dar sentido a los hechos y lo que estos suponen, al no haber sido recompensado el esfuerzo o el logro debidamente, por lo que el niño no sabrá valorar las cosas acertadamente ni alcanzar una felicidad positiva para él y constructiva, al no saber otorgar a las cosas valor alguno o el adecuado. Habiendo de premiarse esfuerzos realizados y/o logros una vez conseguidos.

Y quien no crece de forma adecuada se acaba por convertir con el tiempo en persona inmadura e inadaptada, y a su vez grandes descontentos con todo y muchas veces incapaz de asumir responsabilidades, lo que le hará dependiente de los demás y por tanto más infeliz, con el tiempo frustrado, limitado, vacío, con menor autoestima e inadaptado al mundo.

Ya que la felicidad de uno consiste según una buena educación en ser capaz de obrar, decidir y verse capacitado para los logros propuestos, lo que hará sentirse más libre y valioso, integrado debidamente como seres capaces de dirigir sus vidas hacia la conquista de la propia vida, sabiendo identificar esto con un acertado bienestar personal, que conlleva las posibles y mayores satisfacciones personales. Debiera apostarse por esto. Que reside en la verdadera construcción de la persona.

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