Un grano no hace granero
El otro día cayó en mis manos una información publicada por un diario nacional y que cita fuentes del Ministerio de Industria, Energía y Turismo en la que se ve un mapamundi con la distribución de las, y asómbrense queridos conciudadanos, embajadas autonómicas españolas en el mundo. Se le dio mucho bombo en su día a las legaciones catalanas, pero no se habló del resto y luego, poco a poco, la noticia se fue diluyendo y ya no se habló más del tema.
Quitando las legaciones en Bruselas que por el llamado Comité de Regiones, o algo similar, existente y en el que creo deben estar representadas todas, el resto sobran pues existe un Cuerpo Diplomático del Reino de España que da cobertura sobrada a las necesidades y las expectativas de los españoles que residen en el extranjero o a las distintas comisiones o legaciones comerciales que pudieran desplazarse a cualquier país del mundo.
Por eso mientras Cataluña se queja de que recibe poco dinero del Estado central, mantiene abiertas más de 20 embajadas por el mundo con el consiguiente gasto que eso genera. Asturias, que no es capaz de cuadrar las cuentas y está a punto de ser intervenida por el Estado, tiene una legación abierta en Casablanca y otra en Bucarest. Galicia y el País vasco también mantienen más de 10 abiertas cada una; Extremadura en Düsseldorf; Canarias en Caracas y Cantabria está presente en Tianjin (China), será para mantener abierto el mercado de la anchoa. Estas entre otras y así hasta llegar a 114 embajadas autonómicas en el mundo.
Ahora alguien puede explicarnos a los españolitos de a pie qué pintan estas legaciones por el mundo, aparte de proporcionar personajes a los programas de televisión tan de moda estas últimas temporadas de menganos por el mundo.
Alguien puede valorar para los ciudadanos corrientes (y en millones de euros, casi con toda seguridad) cuánto cuesta mantener esto, y con una simple operación aritmética deducirlo de la actual deuda que tenemos. Ya sé que los pobres ignorantes no entendemos de macroeconomía ni de otros términos rimbombantes, pero sí de cuartos y esto en toda tierra de garbanzos se llama despilfarro y ya sé que seguro que desde las diferentes administraciones autonómicas nos dirán que esto es el chocolate del loro, que dentro del cómputo general de los presupuestos ocupa una partida muy pequeña o cualquier otra excusa política con la intención de callarnos la boca.
Pero entre esto las ayudas a países en desarrollo y organizaciones chabacanas que seguimos aprobando desde las comunidades autonómicas y otras cosas así (muchos chocolates del loro) voy a finalizar con aquella frase tan conocida (y sin que nadie piense en tendencias ideológicas de ningún color por parte de este ciudadano) de «Un grano no hace granero pero...».
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