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¿Quiénes se privan de soltar paridas?

30 de Junio del 2012 - Marino Iglesias PIdal (Gijón)

Imagino que nadie. La perfección no existe. Lo malo es que, las más de las veces, van dirigidas a oídos que, quienes las sueltan, suponen estúpidos; y lo peor es que resulta acertada la suposición.

Unas son paridas intrascendentes que lo único que demuestran es que quien las suelta no está a la altura que se le supone. He oído al noticiador de la Uno decir de no recuerdo qué que tenía 84 m2, creo que eran, no importa la cifra, el caso es que añade, como posdata aclaratoria, que sería como un piso de 84 m2. Y yo ojiplático. Me hizo recordar cuando, aún sin haber alcanzado el uso de razón, nos preguntábamos qué pesaba más, sin un kilo de hierro o un kilo de paja. Cómo se hace.

También estuvo sembrado el ministro de Asuntos Exteriores: para devolver la ayuda financiera mejor cuanto más largo sea el plazo y más bajos los intereses.

¿Habrá tenido que pensar mucho para llegar a esa conclusión?

Otras, paridas, digo, lo son porque simplemente muestran una pretensión sin definición. Es decir, una de Perogrullo. Por ejemplo la propuesta hecha por algunos renombrados: Un pacto de Estado que restaure el consenso constitucional, y si no funcionase un referéndum consultivo para que el voto popular decida la reordenación y racionalización de nuestro sistema político y autonómico y de nuestra estructura institucional, para fortalecer la unidad nacional y conseguir la eficiencia y la viabilidad del Estado.

Oséase, el patio de vecinos está hecho una porquería, los carajitos andan lloriqueando con los mocos colgando, los carajos rascándose los huesos y echándose improperios entre sí porque no tienen nada mejor que hacer, las mamis preparando el almuerzo rehirviendo en una pota llena de agua un pedazo de tibia de una vaca vieja sacrificada va para cinco años, y de pronto les cae por allí un sesudo para preguntarles: ¿Queréis que cambie el sistema político que os ha llevado a esta situación por otro con el que os va a ir de puta madre?

Salvo aquellos que lo que pretenden es cercar un pedazo de patio y quedarse con él, los demás ¿qué les parece que contestarán?

Pero, ¿de qué coño manera se va a conseguir el deseado estado de bienestar, ¡no de los de siempre! sino de los que siempre tienen que pagar?

Especifiquen punto por punto el pretencioso sistema a implantar. Que además no es tan difícil. Lo difícil es tenerlos para imponerlo, y ¡aún más difícil! imposible diría yo, hacer que funcione; porque aun el más perfecto, dictado por un ser superior omnisapiente, habría de ser aplicado, evidentemente, por seres humanos, y ahí está la cagada.

Si será fácil, que así sin más, a letra pronta, me atrevo yo a concretar algunos puntos significativos.

Monarquía hasta aquí. Es uno de los tantos absurdos de hoy en día, ser gobernados por quien no ha sido elegido para gobernar, y si el caprichoso destino hubiera acertado, oye, pues mira, ya que está ahí y funciona, ¿para qué vamos a quitarla? Mas, ¿qué sería lo mínimo exigible a esa institución? Que hiciera todo lo posible por mantener la unidad nacional, ¡y ni eso! El Rey ha consentido privilegios y, claro está, dado alas a quienes quieren convertir España en un queso en porciones. De manera que, ¿qué pinta aquí la monarquía?

El Gobierno es una trilogía de poderes.

El poder legislativo, que consiste en la capacidad de hacer leyes.

El poder ejecutivo, que consiste en la capacidad de gobernar, es decir, poner las leyes en práctica.

El poder judicial, que consiste en la capacidad de juzgar si las leyes se cumplen o no y aplicar sanciones cuando sea necesario.

Ya disiento. Que consiste en la capacidad de legislar, de gobernar y de juzgar.

No. Incompleto. Para malos entendedores son necesarias más palabras. Además de la capacidad ¡tiene la obligatoriedad! de hacer realidad lo exigible a esa, supuesta, capacidad. Porque ya me dirán, si no hacen, de qué coño sirve que tengan la capacidad de hacer.

Sobre todo, y hasta la física me apoya, falta una pata. Un banco con tres patas siempre será inestable. ¡El poder administrativo! Que, evidentemente, lo tiene y lo usa, pero se lo birla al enunciado, porque de integrarlo en él se estaría reconociendo como lo que debería de ser y no es: El empleado administrador de un patrón que es la ciudadanía, que es la que hace los aportes al erario público. ¡Eso sería lo primero en lo que los ciudadanos deberían mostrarse intransigentes! ¡Gobierno, tú eres nuestro empleado! ¡El patrón es quien determina las funciones de los empleados, su número, sus salarios!

Así pues, lo primero a determinar, las funciones, el número y la nómina de los empleados en el Gobierno y cómo elegirlos. ¿Subvencionando partidos políticos para que tengan más opciones de alcanzar el poder los más vivos, aspaventosos, trafulleros y mentirosos? ¡Por supuesto que no!

Al mismo tiempo determinar los límites territoriales de España. ¿Queremos que sean los que todos hemos aprendido en la escuela o queremos que los decidan los separatistas? Eso del sí pero no sino todo lo contrario es una basura asquerosa, indigna y, por supuesto, inasumible. Referéndum. Hay que saber de una vez por todas si la mayoría de las gentes de esos territorios quieren ser o no españoles. Si quieren serlo, inmediatamente, tienen que, ¡todos! conducirse como españoles, comenzando por usar el idioma español para absolutamente todo lo que tenga la mínima finalidad pública, desde el nombre de la más pequeña tienda del barrio hasta el libro de texto más exigente. Por supuesto que cada cual hablará con su cada cual en el idioma que le dé la gana.

Si la mayoría no quieren ser españoles,

Ah, no se lo voy a dar todo hecho. Para una pensión de quinientos y pico euros que recibo ya hice demasiado tecleando tantas letras prontas.

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