Palabras con cinco vocales
Aurelio vecino de Orihuela, partió hacia Mozambique. Después de haber recibido una gran educación se había convertido en un conocido arquitecto. Su bisabuelo le había regalado un cuadernillo para que no fuese descuidado al cuestionar cualquier ecuación o hipotenusa. Nada más emprender el viaje, se le pinchó un neumático. Llamó a su amigo Eustaquio que vivía cerca de un acuífero, era un gran comunicante y en sus ratos libres se dedicaba al catequismo. No le supo dar una solución a su problema y le sugirió a su amiga menorquina Eulogia. Ésta que tenía una tienda de droguería en plena Fuengirola le pidió consejo a su marido cuellilargo Eufrasio que pertenecía a una asociación de avicultores. Era un republicano que los fines de semana trabajaba como taquillero en el cine de la ciudad. Pero no le pudo atender porque padecía una neumonía y el médico le recomendara que tomara caramelos de eucalipto. Al final Aurelio, tuvo que buscarse la vida por él solo. Acudió a un taller de la ciudad y nada más entrar un murciélago le sorprendió. Todo lo que le estaba pasando tenía mucho surrealismo y parecía un sueño. Un mecánico de neumáticos ensuciado y zurrapiento por fin se lo pudo arreglar.
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