Divagando a fondo perdido
Un colega y sin embargo amigo lo describe de una forma muy gráfica:
-Todo esto me resulta ya «indisoluble»... (dice)
-Dirás indiferente... (le contesto)
-No, indiferente no porque me afecta profundamente, digo «indisoluble» porque ya me atraganto: me es imposible disolver la sensación de improvisación, de ignorancia y de tomadura de pelo a todos los niveles.
Sin ir más lejos, la mitad de los trabajadores del área III del SESPA no teníamos ingresadas aún nuestras nóminas del mes de junio a las 9 de la mañana del lunes día 2 de julio, sin explicaciones, sin previo aviso y sin disculpas por parte de nadie. Yendo todavía más cerca, las distintas entidades bancarias en cambio si habían cobrado puntualmente los días 30 de junio y 1 de julio las hipotecas y recibos mensuales varios, cuyos descubiertos habrán dado lugar a sus correspondientes recargos de 28 euros más menos 2 euros, «indisolubles» por irrecuperables. En 48 horas multiplicadas por «X» trabajadores resultan miles de euros «paralizados» supuestamente en el limbo misterioso de los sistemas informáticos, manejados por no se sabe quién y sin ninguna explicación.
El domingo 1 de julio el jarabe de cloperastina dejó de estar incluido entre los medicamentos con aportación de la Seguridad Social. Explicado por encima, es un buen fármaco antitusivo porque, sin tener los efectos indeseables de la codeína, alivia la tos por su acción altamente descongestiva, o sea, como un antialérgico sin serlo. Nadie nos preguntó a los «recetadores»: hubiéramos dado muchas otras ideas respecto del ahorro farmacéutico sin necesidad de incluir el sekisán o el flutox dentro de los fármacos proscritos. Y puedo demostrar que no soy incentivada por los laboratorios que los producen.
Así podría seguir hasta aburrir a un ministro, pero tengo sueño. Me tomaré dos cucharadas de miel de Liébana con leche para combatir la mala... tos.
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