Imperecedero
Recordatorio de recordatorios. Cuando la vista de mi abuela materna no le permitió ya leer el periódico, yo, de niño, lo hacía en voz alta para ella.
Álvaro Mutis
Existen recuerdos que nos llenan para toda la vida. Cartas encantadoras recibidas, regalos de detalles maravillosos, fotos, felicitaciones por escrito que guardamos dentro del corazón cual oro en paño. De decenas de atenciones podríamos hablaros. Sí, imperecederos recuerdos rebosantes de cariño: "¡Felices Navidades! Este año casi no puedo andar. No salí de casa. No fui a comprar lotería. Únicamente adquirí unas participaciones en la puerta de la casa sacerdotal en la que estoy acogido estupendamente y donde ustedes vienen a verme. Pido a Dios para que lo pasen bien en familia estas fiestas navideñas y muchas más. Su amigo, Jesús Jardón. Oviedo, 11 de diciembre de 2003".
Don Jesús murió hace algunos años. Hoy (ayer, a las 17.54 horas, exactamente), La Tacita tenía necesidad de escribir estas breves líneas. El arriba firmante no es creyente. El sacerdote Jardón lo sabía. Como ambos dos sabíamos que nos queríamos, que seguimos queriéndonos incondicionalmente, él ya desde allá en su estrella.
Amables lectores, muchas gracias, con abrazos y cariño para todos vosotros. Un beso, Natalia y María Aurora. Uno, mientras el tictac continúe resistiendo, aquí, confiemos, mutuamente nos iremos viendo.
Érase una vez.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo