Deportistas ejemplares

El domingo pasado, 1 de julio de 2012, quedará grabado en la memoria de los aficionados al fútbol como el día en que la selección nacional española conquistó el Campeonato de Europa por tercera vez, lo que suponía el tercer gran título consecutivo –campeona de Europa en 2008, campeona del Mundo en 2010 y campeona de Europa en 2012–, después de haber jugado una brillantísima final ante Italia, a la que vencieron por un contundente 4-0.

No voy a resaltar los méritos futbolistas de los Casillas, Ramos, Jordi Alba, Xavi Hernández, Mata, Cazorla, Iniesta, Navas…, porque los medios de difusión lo han hecho abundantemente estos días. Me voy a fijar en la calidad humana de algunos futbolistas que han participado en la competición recién terminada.

Leí en LA NUEVA ESPAÑA del 3 de julio que la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, ha pedido a los miembros de la selección española de fútbol que donen a fines sociales parte de la prima de 300.000 euros que recibirán, dado que, en un contexto económico como el actual, sería «un símbolo y un gesto de apoyo muy importante».

Manuel Neuer –guardameta del Bayern de Munich y de la selección alemana–, creó en su empobrecida ciudad natal de la cuenca del Ruhr, Gelsenkirchen, una fundación, «Manuel Neuer Kids Fundation», por medio de la cual financia proyectos exclusivamente para niños pobres y necesitados de esta ciudad y para escuelas y grupos que trabajan con niños con retraso escolar y dificultades de integración. Sus ingresos por «derechos de imagen» –el dinero que cobra por prestar su imagen para anuncios de diversos productos–, van a parar a su fundación. El penúltimo gesto social de Manuel Neuer ha consistido en regalar a los «Amigonianos» –terciarios capuchinos fundados por el español Luis Amigó, dedicados al trabajo con niños pobres y desfavorecidos–, el coche que recibió de regalo por uno de estos anuncios. Y el último ha sido subastar los guantes, firmados por él, que usó como portero de la selección alemana en el partido de fútbol contra Portugal el pasado 9 de junio, en el que no encajo ningún gol: el resultado de la subasta ha ido a parar a su fundación, es decir, a los niños más necesitados de Gelsenkirchen.

Otra gran persona de la selección alemana de fútbol es el delantero Miroslav Klose, que actualmente juega en el Lazio de Roma: disputó 123 partidos con el combinado alemán, con el que marcó 78 goles, el último en el partido de cuartos de final contra Grecia. El 30 de abril de 2005, en la 31ª jornada de las 34 de la Bundesliga, jugaba el Werder de Bremen en su campo un partido, que necesitaba ganar para seguir aspirando a entrar en la Champions, contra el Arminia de Bielefeld: en el minuto 28, estando el marcador cero a cero (0-0), Miroslav Klose –que entonces jugaba en el Werder–, chocó con Hain, portero del Arminia, y el árbitro, Herbert Fandel, pitó penalti y sacó tarjeta amarilla a Hain. Posteriormente el árbitro, después de consultar a un juez de línea –que le dijo que el portero había despejado el balón antes de la caída del delantero–, preguntó a Klose, que le respondió: «¡No ha sido falta!». Entonces el juez de la contienda rectificó: anuló la tarjeta amarilla a Hain y ordenó reanudar el juego con un saque neutral. Miroslav Klose –que colaboró posteriormente con un gol a la victoria por tres a cerdo (3-0) de su equipo–, dijo posteriormente: «El trabajo de los árbitros es muy difícil, por lo que tenemos que ser correctos con ellos y facilitárselo». Por su parte el árbitro Herbert Fandel, después de calificar de «ejemplar» la conducta de Klose, declaró que en sus 25 años de arbitraje no se había encontrado con un caso semejante, mientras que el portero Hain comentó: «¡Klose es un deportista fantástico!». Klaus Allofs –que jugó muchas veces en la selección alemana y entonces era director deportivo del Werder–, alabó también a su delantero, pero tuvo la honradez de reconocer: «No sé qué habría dicho, si no hubiéramos ganado».

Quiero traer también a colación la actitud de nuestro capitán y guardameta, Iker Casillas –«San Iker» para algunos comentaristas–, que al final del partido contra Italia –según resaltaba LA NUEVA ESPAÑA–, le pidió a uno de los asistentes que señalara el final del partido en el tiempo añadido, dada la contundencia del resultado: «¡Arbitro!, ¡árbitro! Respeto para el rival, respeto para Italia. Cuatro a cero ya…!». Al portero y capitán del combinado español, que lo paró todo en el partido, le parecieron excesivos los tres minutos de prolongación, dado el resultado y teniendo en cuenta que los italianos jugaban con un futbolista menos por lesión desde el minuto 60. ¡Bravo también por Iker!