En recuerdo de Gina y otros
El domingo 1 de julio fue objeto de un amplio despliegue por parte de este periódico el acto académico que conmemoraba el vigésimo quinto aniversario de la promoción de 1982-1987 de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Oviedo, celebrado el día anterior.
De lo que allí se trató y quienes asistimos ya quedó suficiente constancia entonces a través de la crónica y foto de familia respectivas.
Es sorprendente, según palabras del propio actual decano, que fuera la primera vez que un acto de esta naturaleza se celebrara en la Facultad. Aunque si tenemos en cuenta las dificultades que se encontraron los organizadores para saber, siquiera, quiénes componíamos la promoción y, por consiguiente, para contactar con el mayor número posible de ellos, no me extraña que nadie se haya atrevido antes a intentarlo. Quede constancia aquí, pues, de mi público reconocimiento al esfuerzo organizativo del evento liderado por nuestra compañera Susana Alonso Martínez, que consiguió contactar con alrededor de 90 colegas, de los cuales estuvimos presentes unos 60.
Fue al escuchar a nuestro ilustre compañero José Manuel Campa referirse a Gina, una compañera ya fallecida, cuando en mi cabeza saltaron las alarmas y me me di cuenta de que podía haber más casos, no había forma de saberlo.
Desde aquí hago un público llamamiento para que cuanto antes se regule, promueva e implemente la institución de la Asociación de Antiguos Alumnos de cada una de las facultades de la Universidad de Oviedo, que además de evitar situaciones como las descritas favorezca la hermandad y estrechamiento de las relaciones personales entre los miembros de la familia universitaria una vez que éstos abandonan sus aulas.
Entre tanto, sirva esta humilde carta de público y emocionado recuerdo a todos los que compartieron con nosotros aquellos maravillosos años de juventud en la Facultad y que, desgraciadamente, ya se han ido. Y en especial, a nuestra querida Gina, al entrañable profesor de Derecho Mercantil Luis Carlón y al bueno de Manuel Alfredo Pérez, profesor de Economía Aplicada.
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