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Esplendor de Portugal

10 de Julio del 2012 - Margarita Delgado Suárez (Pola de Lena)

No es la primera vez que paso parte de mis vacaciones en nuestro país vecino, Portugal. Pero este año tuve la ocasión de prolongar mi estancia el tiempo suficiente para conocer sus gentes, sus hermosos paisajes, su costa, sus bosques, sus monumentos, sus museos, iglesias y palacios de cuento. En resumen, su Historia y su Gente. Todo el territorio está repleto de lugares de interés, apasionantes, en ocasiones, inesperadamente bellos, tantas otras. Tantos y tan inabarcables, que ni los mismos portugueses, en ocasiones, parecen saber de su existencia.

Para el recién llegado, desbordado por tanto esplendor y posibilidades, bien por falta de tiempo o de interés, muchas de esas maravillas pasan desapercibidas. Es triste que tanta belleza quede ignorada o permanezca oculta a los ojosdel viajero eventual. Toda su riqueza patrimonial y artística, sus verdes y frondosos bosques verano tras verano tan duramente castigados por las llamas de descontrolados incendios, su riquísima variedad de flora y fauna autóctonas, en fin, debería poder ser disfrutada al máximo por todo el que tenga la suerte o la posibilidad de pisar el extremo occidental de nuestra querida Península Ibérica.

Durante mi estancia tuve ocasión de conocer gente y de gozar del placer de la conversación en ese marco incomparable. Acogedores, amables, cultos, amantes de sus tradiciones. Comprometidos, participativos y bien organizados. Se percibe en el ambiente de ciertos pueblos y ciudades el interés de sus representantes políticos por, en lo posible, animar los municipios y entretener a sus ciudadanos. Intuyo, no sin cierta malicia, que en parte con la intención de evitar la tendencia a pensar en demasía en la terrible y violenta crisis que asedia el país (el suyo, el nuestro y tantos otros en todo el territorio europeo y el mundo).

En general, y como algo ya casi endémico, los sueldos son muy bajos. Tras hacer algunas estadísticas y escalas comparativas, por profesiones, por franjas de edad, etc se hacen evidentes la desigualdad imperante y la necesidad material que de ella se deriva. La vivienda y los alquileres resultan, por ello, caros e inasequibles para gran parte de la población; con la excepción quizás de zonas más rurales, donde aún es posible vivir bien, aunque de forma más humilde. Los bienes de primera necesidad e incluso el ocio, resultan a día de hoy muy asequibles para el español de clase media, exceptuando claro está las zonas exclusivamente turísticas.

Me encantaría pasar largas temporadas en Portugal e incluso vivir allí por un tiempo. Aunque sin duda extrañaría a mi familia, sobre todo a mi querido nieto, sería un gran placer. Y no crean que soy de las que siempre ven cualquier otro país mejor que España, sino todo lo contrario. Además, como sabe todo el mundo En ningún sitio se vive tan bien como en España. En mis estancias he tenido la suerte de poder quedarme en Oeiras, concretamente en Santo Amaro, a escasos veinte minutos de Lisboa y como suele decirse a un paso de Cascais, Sintra, Estoril y otras importantes poblaciones importantes muy dignas de ser visitadas, con calma y detenimiento, para poder degustar los placeres que ofrecen a la vista y el paladar, el cuerpo y el espíritu.

En resumidas cuentas, y como llegados a este punto ya se ha hecho evidente, tengo una muy buena opinión de Portugal y de sus gentes. ¿Y lo negativo? Se preguntarán... Pues lo peor que he podido deducir de mis conversaciones con la gente que allí conocí, es lo poco que valoran todo lo hermoso que poseen y el escaso interés en promocionarlo al exterior. Me resultó curioso y digno de elogio, sin embargo, el hecho de que sus festividades locales y actividades culturales tienen gran trascendencia y difusión en las televisiones, prensa y emisoras radiofónicas a nivel nacional. Valoran y disfrutan enormemente todo lo que tienen y lo que les define. Es una lástima que el gobierno portugués haga poco o nada al respecto, por desinterés o por falta de medios. Es decir, que no ponga el empeño necesario para la promoción de su hermoso país y de las bondades de su cultura; para conseguir, en fin, una mayor presencia y atracción en el ámbito internacional.

Sería buena idea (como es mi intención) hacer llegar este escrito u otros de la misma elogiosa índole a la autoridades políticas, a los Ministerios de Exteriores y Turismo con la sanan intención de infundirles el ánimo necesario para explotar más sabiamente sus recursos y de algún modo puedan escapar a esta grave crisis que desangra al país. Aún a sabiendas de que no es este el mejor momento para hablar de la casa del vecino, cuando tenemos el mismo fuego en nuestra propia casa.

No sabría explicarlo pero, de algún modo, me ha llegado tan íntimamente toda la belleza y la buena gente que allí encontré, y quizás peque en esto de ingenua o de en exceso entusiasta, que es la única manera que se me ocurre para poder compensar tan hermosa experiencia.

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