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Cuando un obispo no ilumina bien nuestro camino

9 de Julio del 2012 - Mario Orozco González (Oviedo)

Primero me presentaré de la siguiente manera: Bautismo, Comunión, Confirmación, 10 años como catequista, 7-8 años en el campamento, incluso mis 5 o 6 años de monaguillo tuve, etcétera. Todo en la iglesia de San Juan, con don Álvaro a la cabeza, siempre tirando del carro de los jóvenes. Voy a dejarlo para más tarde.

Sr. arzobispo Jesús Sanz, lo primero y con el mayor de los respetos, me gustaría y voy ha comentárselo como cristiano y no como ciudadano, es que esa foto de la prensa la semana pasada, con alguna botella de vino sobre la mesa, celebrando un traslado –según el pie de la misma–, pues en los tiempos que corren quizá no es la imagen adecuada, ¿verdad?, quiero decir y voy a poner un ejemplo: si yo voy de manera habitual a un restaurante de la zona de Latores y reincidentemente me encuentro a sacerdotes de esa foto, pues bueno, serían cosas mías, pero si esa imagen se transmite públicamente me parece personalmente desafortunada y que se pudo evitar. Si le sirve como consejo de aquí en adelante, entiendo que estaría bien.

Porque me dirijo a usted, bueno, pues aparte de que don Álvaro y la iglesia de San Juan son parte importante de mi joven vida y de mi familia, aparte de que la decisión de este traslado me parece cualquier cosa menos algo entendible desde la racionalidad y aparte de la situación de indignación en la que me encuentro tras ésta su decisión, pues aparte de todo esto hoy me encuentro leyendo su carta semanal y sinceramente no sé por dónde empezar, pero no me voy a explayar y para ser concretos, Sr. arzobispo:

Primero, leer su carta y ver esa actitud que transmite, en un arzobispo, a la defensiva, cuándo debería ser todo lo contrario, pues a la vez que me sorprende me preocupa, porque una persona como usted, arzobispo de una ciudad, debe tener mucha, muchísima buena mano con la gente y mucho más con los jóvenes, que le están pidiendo de corazón que rectifique la decisión de mover a un sacerdote que es un cimiento de estas personas. Claro que un sacerdote no lo es todo, correcto, está usted en lo cierto, pero con el conocimiento que yo tengo me va a permitir que le añada algo: tampoco todos los sacerdotes son iguales, como las personas. Claro que no vamos a dejar de ir a ver a don Álvaro por que le trasladen de Iglesia, pero permítanle simplemente continuar con su maravillosa labor en la iglesia de San Juan, permítannos a nosotros, cristianos de buena fe (gracias a él, sí) seguir disfrutando de su buen hacer, del catecismo, de las comuniones, de las confirmaciones, de las bodas, de sus ayudas personales cuando alguien le necesita, por problemas en la vida, por problemas en los estudios, créame, sé de lo que hablo.

Segundo, comenta en su carta semanal que estas decisiones van encaminadas (y resalta en negrita) buscando el bien de las personas. Disculpe mi atrevimiento, pero se ha confundido, cuando en este sentido se toma una decisión y un gran número de personas se manifiesta y además, de manera particular, este grupo está formado en más del 50% por gente joven, algo falla, algo ocurre, algo no se ha decidido bien, porque esta decisión no va buscando el bien de estas personas, sino todo lo contrario, es un palo, personal, espiritual, llámelo x, pero en estos tiempos que corren, que la Iglesia, que usted tome una decisión y un gran número de personas, de jóvenes, le digan que se ha equivocado le debería hacer pensar, reflexionar y le debería hacer rectificar, que es cierto, es de sabios.

En definitiva, no me va a convencer, Sr. arzobispo, es más, me voy a permitir el lujo de transmitirle esto en plural, no nos va a convencer, ¿los motivos que le han llevado a esto?, usted/es lo sabrán, personalmente creo que dar este palo a un gran grupo de cristianos, a un gran grupo de jóvenes, en los tiempos por los que caminamos, es un error sin ningún tipo de discusión posible y como le pongo en el título de la carta, no está iluminando bien nuestro camino.

Don Álvaro, ¿qué le digo a usted?, si sólo le diera las gracias, hasta yo mismo me avergonzaría, pero creo que si le digo que esté en la iglesia, en la región, en el pueblo, en el país que sea, pues que si algún día me caso (que esperemos que no sea muy lejos), que sea usted el cura que nos case, donde sea y como sea, creo que con esto, digo muchos más. Muchas gracias por todo.

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