La puntilla para la atención primaria
La sanidad y el fútbol, dos aspectos de nuestro país envidiados en el exterior. Dos (no equiparables entre sí) que hacen que la marca España suba varios enteros en el «ranking» de popularidad internacional, no lo digo yo, lo dice algún ex presidente del Gobierno. Y la sanidad asturiana, ocupando un lugar destacado en cuanto a calidad sentida y eficiencia dentro del entramado de las autonomías.
La falta de imaginación de nuestros políticos, que bajo el cuestionable pretexto de la megacrisis meten la tijera donde no deben, y acabarán también con esto.
La atención primaria es la cenicienta del sistema sanitario público (actualmente el presupuesto destinado a la A.P. es infinitamente menor que el destinado al segundo nivel, 13% frente al 57% del gasto sanitario de nuestra región), a pesar de que todo el mundo reconoce su importancia y el gran papel que tiene asignado en exclusiva dentro de la sanidad pública, las gerencias únicas supondrán el finiquito de ALMA-ATA y todo lo que representa.
En la actualidad las áreas centrales se caracterizan por un elevado número de habitantes y por enormes hospitales de referencia donde, simplificando, se dispone de gerente, director/a, médico de enfermería y administrativo, que gestionan por separado la atención especializada y la atención primaria. La intención de unificar las dos gestiones, me temo mucho, tendrá como consecuencia más probable y a corto plazo un deterioro impresionante de la atención primaria, ya que en la realidad resultaría inevitable que el hospital impusiera sus criterios, fagocitando a la atención primaria y con el beneplácito de los gestores del área, que a buen seguro tendrían un perfil hospitalario. El gran tamaño de los recursos a gestionar en estas áreas sanitarias haría imprescindible la creación de nuevos puestos (llamémoslos subdirectores, coordinadores de atención primaria, etcétera), que, si bien pudieran tener menor salario, quedarían orgánicamente por debajo de los gestores del área (que, insisto, serían de perfil hospitalario). Señor consejero, ya que el ahorro será mínimo, le propongo que baje el sueldo a los actuales gestores, si es menester, y mantenga la estructura actual, no supeditando el buen funcionamiento actual de la atención primaria a las directrices marcadas desde un hospital. Señor consejero (médico de familia), usted conoce perfectamente qué ofrece la actual atención primaria, no se la cargue. Le sugiero que profesionalice los nombramientos de los próximos gestores utilizando un sistema de concurso (currículum profesional, plaza en propiedad en el área de referencia, etcétera) que le permitirá quedarse con los más cualificados y evitar las posibles críticas sobre clientelismo y mediocridad.
Señor consejero, le ruego que reflexione, no conseguirá un ahorro significativo, pero será el responsable del retorno a los antiguos ambulatorios.
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