Marcha minera

11 de Julio del 2012 - Emilio López Gómez (Grado)

Soy hijo, nieto, sobrino y primo de mineros, mineros de nacimiento, mineros de raza, Y estos días viendo la marcha negra, la lucha incansable de esta raza por sobrevivir, porque no les cierren el futuro a sus hijos, siento un dolor intenso. A la dureza de bajar al pozo, a la inseguridad de su profesión, a los peligros de un trabajo castigado a lo largo de los años, a toda esa crudeza añaden ahora la lucha para que no les arrebaten lo único que les permite sobrevivir.

Debería odiar la mina, acabó con mi padre, con primos y tíos, incluso con mi único amigo de la infancia, pero no puedo, la siento tan próxima a mi pasado, tan forjadora de mi carácter y mi destino que solo puedo amarla.

Y amando lo que es mi pasado, mis raíces, no puedo menos que despreciar a quienes intentan borrarlo, destruir el futuro de la Cuencas, mi tierra. No se puede cerrar la puerta del futuro a toda una raza minera, negar el porvenir de toda una región. No sin pagar un alto precio por ello.

Primero fueron los amos, los señores descritos maravillosamente por Victor Manuel en su canción La planta catorce; luego los tecnócratas -el famoso pozo moqueta- y ahora los políticos, los más destructores de todos por ignorancia o Incompetencia. No, no basta con la dureza del tajo, además hay que luchar contra los que les niegan el pan y la sal, que descalifican, mienten e intentan anular el esfuerzo, el tesón y la independencia de esta raza especial. Son insensibles, desalmados, sentados en sus poltronas secundan las instrucciones de poderosos con intereses bastardos. No les importan las personas, priman los números, los cuadran a espaldas del estado de bienestar del pueblo que dicen defender pero que traicionan para proteger la ambición desmedida de los capitales.

En el fondo los mineros son la punta de lanza, detrás vendrán los funcionarios, pensionistas y parados, todos los que ven como sus ingresos se ven aminorados, los que comprueban que sus derechos se descosen para recortarlos y constreñirlos y así favorecer negocios privados.

Y el poder, en la cumbre de su paroxismo, pretende utilizarlos como escarmiento para atemorizarnos y privarnos del derecho a protestar en la calle y sacan a sus esbirros a la calle, lanzan contra los trabajadores a la élite de sus cuerpos policiales, no como valedores de la legalidad sino como represores de una reivindicación justa y legítima. Y estos, olvidando que también ellos son trabajadores, obedecen y cargan, a veces con saña, contra el contrario, y con actitudes provocadoras castigan al oponente, al que consideran enemigo. Pero se equivocan, los otros son su mismo pueblo que clama contra la inmoralidad y el abuso.

Los mineros están dispuestos a luchar sin cuartel hasta ganar esta guerra despiadada, injusta y desigual. Es su sino, siempre ha tenido que luchar en otros tiempos para poder trabajar con dignidad, luego por una jornada humanizada, más tarde por un salario justo, después por unas condiciones menos dramáticas, y ahora por el futuro y contra el cierre definitivo de una actividad que ha sido el motor de la industrialización y el desarrollo regional y ha contribuido de forma decisiva al progreso nacional.

Son Injustamente tratados, inmerecidamente temidos y arbitrariamente acusados. Para ellos los heridos del tren y el coche, no son daños colaterales, que dirían los gobernantes, ellos lamentan estas desgracias. Pero les debemos solidaridad y apoyo. Porque nadie comprende que se recorten 230 millones de euros al Convenio del Carbón, saltándose acuerdos firmados y comprometidos, y se concedan 100 MIL millones al sector financiero (que por cierto fue el que nos trajo estos lodos) y se anuncian no se cuantos millones para las concesionarias de autopistas. A este capitalismo se apuntan todos: los beneficios para los accionistas y las perdidas para que las sufrague el Estado.

Se sabe que el carbón está subvencionado, pero también lo está el campo, la pesca, la carne, las renovables, el transporte urbano, la enseñanza privada, la investigación, las televisiones públicas, en este País están subvencionados hasta los porteros automáticos, ¿porqué esta inquina con el carbón?

Deseo expresarme orgulloso de mis antepasados, de mi pueblo minero. Confieso que me emociono con la marcha negra y con el arrojo y decisión de unos trabajadores que persiguen un sueño, una utopía, bendita su ilusión, Sirvan estas notas como homenaje sincero hacia todos ellos, me siento su heredero y deudor.

Cartas

Número de cartas: 46126

Número de cartas en Octubre: 64

Tribunas

Número de tribunas: 2088

Número de tribunas en Octubre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador