Diferencia entre modestia y arrogancia
Señora presidenta de la Comunidad de Madrid:
En la lógica perversa que vertebra su ideario político, la importancia de un acontecimiento se mide exclusivamente por la repercusión que pueda tener en términos electorales. Sus declaraciones públicas suelen contribuir a la mayor gloria de este argumentario y, en esa línea, manifiesta usted que 20.000 apoyos madrileños a la manifestación del 11 de julio le parecen un logro «modesto», precisando esta valoración con una sorprendente comparativa: «Tenga en cuenta que para salir concejal en Madrid hay que llenar tres veces el Bernabeu de personas diferentes». Si lo hemos entendido bien, a usted no le va a quitar el sueño una protesta (independientemente, por supuesto, de cuáles hayan sido los motivos que obligaron a su convocatoria) cuyo número de participantes censados en la comunidad que preside no alcanza, ni de lejos, a suponer una amenaza electoral, ni para usted ni para su partido. Y su brillante y elaborada reflexión termina ahí: lo modesto de la concurrencia garantiza la seguridad de la atalaya política desde la que esperan ser testigos de una pronta rendición sin condiciones.
Señora presidenta, como en el fondo sabe de sobra, el número de participantes en la manifestación del 11-J hubiera hecho imposible su celebración en las instalaciones del estadio. Desconozco si todos juntos hubiéramos bastado para llenar el recinto una, o hasta tres veces. No considerando necesaria una lectura utilitarista de nuestra presencia allí. A quienes, procedentes de las distintas regiones mineras del país, llegamos el miércoles a la capital, nos impresionó la cantidad de ciudadanos madrileños que escogieron unirse a nuestra protesta, que es la de todos. Efectivamente, la cuantía del número de apoyos es un primer elemento para proceder a su medición. En eso estamos de acuerdo. Pero mucho más importante que el número fue para nosotros la consigna con la que fueron recibidos nuestros sufridos héroes: ¡Madrid entero se siente minero! 20.000 madrileños (los que fueran) en la manifestación han sido un homenaje a nuestra causa que queremos agradecer, por haber renovado nuestro ánimo y fortalecido, más si cabe, nuestra voluntad de lucha. Aunque fueran minoría en ese mezquino cómputo electoral con el que usted zanja la cuestión, para nosotros ese cálculo no significa nada. Que fueran minoría no implica necesariamente que fueran pocos. No lo eran en absoluto. Sin embargo, para hacer esa lectura del partido, por acompañarla en su juego del símil futbolero, ha quedado demostrada su manifiesta incapacidad. Le falta a usted, señora mía, la grandeza del gobernante que empatiza con la tragedia de sus ciudadanos, aun cuando no esté en su mano evitarla.
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