Yo confío en los políticos
El pueblo español es ignorante, un rebaño de tontos incapaz de advertir que existe como tal gracias a que alguien ilumina su camino. Por ejemplo, se atreve a protestar por una amnistía fiscal al 10%, que por lo tanto es tal amnistía, sin tener capacidad crítica para considerar el inasumible incremento de costes que en esta situación de crisis -generada por otros- supondría integrar en centros penitenciarios a los traficantes de drogas, de blancas, blanqueadoresy demás beneficiarios de la medida, porque a nadie se le pregunta sobre la procedencia del dinero. Se podrá decir no es del todo moral, lo admito, pero el fin de dar salida a la crisis lo justifica, y eso el rebaño no lo entiende ni razonablemente se puede pretender que llegue a entenderlo. ¿Y el colapso que produciría en la Administración de Justicia tener que juzgar a toda esa gente?, ¿Y el daño que estaba produciendo a nuestro castigado sistema financiero ese dinero fuera de circuito? Cualquier estadista podría abundar mucho más allá. Pues bien, este y otros cientos de ejemplos similares servirían para explicar y justificar las medidas que semanalmente esta tomando el Gobierno, que no son tan dolorosas si se analizan dentro de un contexto. Por ello aliento a nuestros iluminados gobernantes a seguir por ese camino y a no ceder a la injusta presión del populacho, y es precisamente esa resistencia la que justifica lo que algunos llaman mendazmente privilegios, y yo califico como justa contraprestación a las responsabilidades que asumen, ¿o es que se prefiere nadie se dedique a la cosa pública? Insisto, les aliento a seguir y, a la vez, a no tocar nuestra actual estructura político-administrativa, sin la cual retrocederíamos a los años cincuenta del siglo pasado. Igual que un arbitro de fútbol no puede ceder ante los insultos de la grada, un gobernante no debe dejarse llevar por similar presión. Si le piden con blasfemias que centralice las competencias en sanidad y educación para ahorrar ciento veinte mil millones de euros al año y así no subir los impuestos ni reducir las remuneraciones de determinados colectivos parasitarios, deberá evitar el atrincheramiento y explicar que más importante que el ahorro es no perder la identidad regional, o no tener que sufragar a escote entre todos los españoles la prestación por desempleo de los doscientos o doscientos cincuenta mil políticos, cargos y personal de confianza que con tal medida sobrarían. Y de la misma manera animo a nuestro Gobierno regional. A quien falazmente dice que podríamos vivir sin procurador general o sin nuestro defensor del pueblo, le respondería que los más de cuatrocientos mil euros que cuesta en personal eventual de confianza nos garantizan que no se puedan cometer atropellos por parte de las administraciones públicas, y lo mismo respondería a quienes con igual saña critican la existencia del Consejo Económico Social, el Consejo Consultivo, las Fundaciones públicas, y los injustamente llamados chiringuitos, esos que con capital público giran en forma de S.A., críticas que provienen de la ignorancia porque nadie sabe lo que hacen ni para que sirven aún cuando su relevancia resulta de su propia denominación. Afortunadamente, esos que están a otra altura no los han tocado ni tienen pensado hacerlo, como espero que tampoco hagan con los imprescindibles Observatorios y a otro nivel con el Senado y otras tantas instituciones que sin razón hay quien se atreve a calificar de cementerio de elefantes. Llamo pues a la solidaridad y al esfuerzo, cueste lo cueste.
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