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Bailando con lobos

28 de Julio del 2012 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Desde hace unos meses España se está financiando a unos precios demasiado elevados, y hasta incluso hay instituciones públicas españolas que no pueden hacerlo en estas condiciones. Este es un tema fundamental. Ningún país puede pagar intereses por encima del 7 por cierto, y eso lo está sufriendo España con la prima de riesgo, que se posiciona frecuentemente por encima de los 600 puntos básicos.

Contando los tres países intervenidos: Irlanda, Portugal y Grecia, son cinco estados miembros de pleno derecho de la UE que están sufriendo un ataque desmesurado por parte de los especuladores y que, por tanto, tienen grandes problemas para acudir a sus habituales fuentes de financiación.

Como es sabido por todos, la prima de riesgo es el mecanismo que manejan y mangonean los mercados de capitales para justipreciar el estado de robustez o debilidad de la economía de un país, desde la perspectiva financiera a corto plazo.

Ciertamente, muchos problemas nacen de políticas erróneas y de demasiadas alegrías, pues no tenemos más que recordar aquel desbocado rey Midas, que hemos tenido como presidente de Gobierno durante más de siete años, que desparramaba fondos, condonaba deudas a países cuyos dirigentes se llevaban los dineros a Suiza, regalaba ríos de riqueza a comunidades autónomas y ayuntamientos de su cuerda... Años de dispendio que comenzaron con una famosa frase al llegar a la Moncloa: «Se nos sale el dinero por las ventanas».

No obstante ello, Europa tiene que dar un paso firme adelante para impedir la asfixia económica de España, y también de Italia, que está siguiéndonos en la clasificación. Ya sea vía fondos estructurales, por acción directa del Banco Central Europeo o, incluso, utilizando el fondo de rescate. Es imprescindible estabilizar la deuda de estos dos países para evitar que surjan problemas mayores.

Justamente en estas horas de gran incertidumbre en las que el infierno amenaza con abrirse bajo nuestros pies es cuando tenemos que exteriorizar con más coraje y gritarles a Moody’s y a todas las agencias de calificación de riesgos, y hasta a la señora Merkel, que no somos unos despilfarradores ni unos «vivalavirgen». Los españoles madrugan para asistir al trabajo –los que tienen esa suerte–, y lo hacen con dedicación y responsabilidad. Una abrumadora mayoría pagan religiosamente los impuestos y hacen frente a sus deudas.

Así, sin rodeos, que no nos consideramos mejores que nadie, pero tampoco peores, y tenemos en alta estima valores como el esfuerzo, el cumplimiento y la solidaridad, por citar solo tres. Estamos convencidos de que es necesario poner negro sobre blanco esta línea argumental, por las dudas de los mercados que pesan sobre España.

Y todo lo anteriormente dicho lo sabe Angela Merkel muy bien, pero no quiere dar el brazo a torcer. Aunque, por contra, tiene la desconsideración de reclamar mayores sacrificios.

Mas como colofón conviene recordarles a la señora Merkel y a otros importantes grupos de presión que las penalidades de un país las sufren los ciudadanos, no los gobiernos.

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