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Cambios de paradigma

25 de Julio del 2012 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Vivimos tiempos difíciles. No sólo por la crisis de la deuda, sino porque ésta viene propiciada por una serie de modelos que se han quedando obsoletos mientras practicamos errores como dogmas. Son muchos los cambios que debemos asumir.

El primer paradigma a cambiar (y para el que ya hemos sido avisados).- Es el de que el progreso debe establecerse en base a la colaboración y el bienestar, y no en base a la dominación. Debemos acabar con el modelo de la dominación porque sino hasta los dominantes quedarán atrapados. Mi libertad no está en la dominación del otro, sino en la libertad que se le da al otro. El beneficio no es un fin, un producto no es beneficioso si el producto basa su competitividad en el engaño de una subvención o en el malestar de personas a las que se explota sin hacerlas partícipes de bienestar alguno.

El segundo paradigma a cambiar.- Es el de que el «aprendizaje permanente» pasa a ser más esencial con sus novedosos contenidos, que el tradicional «aprendizaje inicial» con sus verdades permanentemente superadas e insuficientes. Porque no se trata de buscar la verdad, sino de abatir errores y dogmas permanentemente. Dado el desarrollo tecnológico actual, con los medios de producción robotizados y ajenos al empleo y al uso de mano de obra, las personas deben ser liberadas de tiempo y trabajo, que no de actividad y productividad. Como ese desarrollo tecnológico es capaz de generar en una semana conocimientos y nuevas destrezas que antes necesitaban lustros para brotar, esta dinámica impone un «aprendizaje permanente» para ser competitivos y que las personas mantengan su empleabilidad. El conocimiento emana de las empresas en forma de destrezas cognitivas siempre cambiantes, unas destrezas que se descubren y generan la necesaria innovación cerrándose así el círculo, pues son las personas adaptando su empleabilidad quienes provocan la innovación. Atentas y bien lideradas, las persona buscan la competitividad de su empresa y desarrollan aplicaciones tecnológicas que promueven los cambios que superan los errores. Se configuran así empresas donde el «aprendizaje permanente» pasa a ser lo relevante.

El tercer paradigma a cambiar.- Es el de que todo desarrollo tiene un limite. El planeta Tierra tiene limitada la explotación desaforada que hacemos de él. Por tanto, hay una disyuntiva: o nos ajustamos al planeta Tierra usando todo nuestro potencial racional, o nos planteamos liderar al planeta entero para conquistar el sistema solar y explorar todos sus recursos con nuestros robots que engendran robots.

El cuarto paradigma a cambiar.- Es que el actual sistema capitalista es amoral y tiene contradicciones como la de la bondad de los mercados, cuando éstos son crueles y se basan en su crudo y duro rigor. Con esta tendencia cuya premisa es falsa... La gente debe apostar su dinero en contra (dice George Soros). Adam Schaff pronosticó el desempleo tecnológico y, aunque haya mucho por hacer y necesidades por satisfacer, con el desempleo tecnológico se reduce el consumo y hasta los propietarios acabarán cerrando. El mundo se está parando y no podemos apearnos. Urge cambiar el modelo y que el FMI implante la Renta Básica universal empezando por abrir una cuenta corriente personal a todos los habitantes del planeta y un impuesto a las transacciones financieras para alimentarlas. Ríanse si quieren, pero acaso no tener esta RB: ¿no ocasiona perdidas de control global? y, por el contrario, tenerla: ¿no generaría una «sociedad abierta» con un «término independiente» que mejoraría el control global?

No sé por dónde se debería empezar, pero desde luego, si la Historia sirve para algo, habría que empezar por cambiar el primer paradigma sin olvidar ningún otro.

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