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Valdediós, reflexión sobre una polémica

1 de Mayo del 2009 - Leopoldo González Gutiérrez (Oviedo)

Transcurrido un tiempo prudencial desde los hechos, factor importante para permitir una reflexión serena, es el momento para exponer la siguiente:

En estas fechas lo más probable es que tengamos un auténtico empacho de información que cada uno habrá manejado a su entender para decantarse por A o por B.

Somos muchos a quienes no agrada lo que se hizo, cómo se hizo, ni quién lo hizo. Y tenemos nuestras razones, habiendo salida herida nuestra sensibilidad de creyentes.

Para otros, tan creyentes como uno mismo, habrá sido una decisión acertada en virtud de argumentos que no entro a describir por no dar más razones al «circo» montado sobre el hecho en sí.

No es fácilmente explicable cómo un episodio sin aparente trascendencia pudo desatar una polémica tan virulenta, aún viva, aunque degenerada en algunos foros. Pero también es curioso observar la personalidad de muchos que han tomado la pluma y la palabra para defender Valdediós y a sus monjes.

Varias de estas personas ni siquiera se confiesan creyentes, prueba del arraigo y consideración que los monjes habían conseguido entre la sociedad asturiana. Personas dotadas de una sana independencia de criterio que dice mucho a favor de ellas y debiera servirnos de lección a más de uno.

En los últimos tiempos asistimos a polémicas publicadas sobre cualquier tema de carácter religioso. Valdediós no podía ser una excepción. Tenemos que plantearnos qué ocurre. ¿Es que las susceptibilidades están tan a flor de piel que basta cualquier pretexto para declarar la guerra?

¿Se trata realmente de polémicas religiosas o se está instrumentalizando el hecho religioso para otras causas que tienen poco que ver con el mismo?

Son preguntas muy graves y no me atrevo a darles respuesta; pero, si tengo algo claro, es que la polémica no es una buena manera, para nosotros, creyentes, de mostrar a la Humanidad no creyente el auténtico rostro de Dios en el que creemos.

Por ello, a mi entender, más que polemizar sobre nuestras reflexiones, deberíamos hacer reflexión sobre nuestras polémicas, con la certeza de que los resultados serían otros más acordes con nuestro ideal de vida.

De esta forma, aquellos que nos tiran piedras desde el otro lado de la calle llamándonos hipócritas seguirán haciéndolo, pero lo harían ya sin razón.

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