Orwell y Casandra
El aviso de Orwell es pecata minuta con la que se avecina. La pobre Casandra aúlla, loca ya de remate, al presenciar como los cascos del monstruoso caballo nos aplastan sin piedad.
El poder poderoso nos entretiene perturbándonos y nos sumerge en un proceloso mar de preocupación y temor. Es preciso estar alerta y tranquilos ya que somos capaces de confrontar esta situación y crear; digo "crear" una forma de vivir digna y libre basada en la igualdad. Y si les cabe alguna duda, pregunten a los ciudadanos de Juárez que han salido a la calle con la poesía en la mano. Se suben a los autobuses urbanos y sacan los versos para alumbrar y llenar los corazones de amor y valentía. Han salido a recuperar los espacios públicos y nutrirse en los foros de arte y cultura. Esbozan por los rincones de la ciudad herida la sonrisa de la victoria sobre el miedo. Con este gesto de excelencia caminan y crean la vida digna.
En Juárez, ya lo sabemos, se asesina diariamente a los ciudadanos. Se culpa a los "narcos" y a lo que haga falta... pero el gobierno no hace nada. Esto nos parece a los de aquí una historia sórdida pero muy lejana. Pues ¡no!, aquí nos asfixian, nos mienten, nos agotan y nos envenenan con un "totum revolutum" de transgénicos, medicamentos, salvajes impuestos y la omnipresente amenaza del "paro". Nos están matando en silencio.
Todos y todas sabemos de lo que hablo. Pasemos a la acción, salgamos a la calle a pronunciarnos conscientemente. Es un hecho que los ciudadanos de este vapuleado y triste país, así como los del mundo mundial, estamos en estado de estupefacción: laxos, pasmados y adocenados.
Lo situación que estamos viviendo tiene nombre: caos y ocaso de un sistema turbio, depredador y criminal. Es la antesala a una transformación profunda del ser humano que debe aprender a crear y a vivir con respeto hacia si mismos y hacia todos y todo lo que le rodea.
La pasada manifestación multitudinaria de Gijón nos dio la clave: todos mezclados reconociéndonos, perdidos y confusos pero iguales... recuerdo que el aire que respirábamos y compartíamos venía acicalado de consciencia, de poder; perfumado con sonrisas y el deseo de cambiar y alcanzar la felicidad que nos pertenece. El derecho a la alegría compartida, al bienestar de la sociedad.
Vayamos hacia el mar
a romper las olas petrificadas
Al mar
a limpiar los penosos lodos
y repudiar los lastres forzosos
Porque el mar no retiene nada
ni a nadie
Responde a la palabra LIBERTAD
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