¡Vaya por Dios!

27 de Noviembre del 2008 - Miguel Angel Suárez Suárez (Vitoria)

Hace apenas dos años se inauguró la nueva sede del Centro Asturiano de Vitoria.

Tras años de esfuerzos y varias intentonas abortadas antes de nacer, se dio luz a una idea que nos rondaba la cabeza desde hacía una década.

Se lograron conjuntar las ilusiones y capacidades de varios asturianos residentes en Vitoria. Todos ellos, bajo la batuta de Víctor García Caso, llanisco de adopción y al que toda la junta directiva apoyó como cabeza visible del proyecto.

Llegó el gran día de la inauguración y todo fueron felicitaciones y admiración por lo logrado: una sede moderna y atractiva (con un restaurante funcionando a pleno rendimiento), capaz de albergar a partir de entonces multitud de manifestaciones encaminadas a difundir la riquísima y atractiva cultura asturiana en Álava. Rematada con la presencia poderosa del hórreo que, dispuesto como emblema de la edificación, hace las veces de oficina.

Pero el gran error de Víctor García Caso fue caer en el amiguismo, y utilizó todas sus habilidades para dejar al frente del Centro Asturiano a personas de su confianza.

Lo extraño del asunto fue que, para ello, sacrificó en el camino a la mitad de la junta directiva que había trabajado codo con codo durante años. Y curiosamente facilitó el camino a las personas que, según mi modesto entender, menos capacidad tienen para llevar a cabo la noble tarea de, cuando menos, dignificar al Centro Asturiano Covadonga de Vitoria. Y no hablemos de emprender cualquier atisbo de programación cultural medianamente estimable.

Para que nos entendamos, hoy por hoy, la junta directiva del Centro Asturiano de Vitoria basa toda su actividad cultural en tomar sidra en el chigre y ver los partidos del Sporting en la pantalla gigante que a tal fin adquirieron (3.000 euros que el señor García Caso permitió gastar alegremente). Algunos de los elegidos para representar a los asturianos ante los alaveses, ante la prensa, ante las instituciones de Álava y el Principado, no han escrito una carta en su vida y su capacidad de relacionarse con el resto de la gente (socios o no) proyecta una imagen del Centro Asturiano un tanto deplorable.

El único que se salva de la quema puede que sea al presidente que ha tomado el relevo, si tuviese algún interés en ello. No me atrevo a llamarlo holgazán. Pero tiene una extraña habilidad para no estar disponible cuando se le necesita. O cuando menos, aplica a rajatabla el concepto de la dosificación del esfuerzo.

No obstante, hay que reconocerle algún mérito. Su primera contribución a la cultura asturiana ha sido pronunciar su primer discurso también en euskera. Y eso para inaugurar las pasadas fiestas de la ¡Santina!

No quiero incidir en la cantidad de errores que se cometieron en este último año. Pero es una verdadera pena que por culpa de una elección viciada por absurdas ideas preconcebidas y por haberse hecho eco de opiniones interesadas de personas que utilizan por sistema la mentira gratuita, don Víctor García no haya sabido dar continuidad a un proyecto que, a día de hoy, no conoce la palabra futuro.

El vendaval del éxito ha producido que la recién botada nave quede varada antes de iniciar su más que probable prometedora singladura. Como asturiano, no siento más que tristeza. Espero que alguien sea capaz de enderezar el rumbo de este barco a la deriva.

Don Víctor García Caso tuvo en sus manos culminar la tarea con un doctorado cum laude. Pero en unos meses tiró por la borda el trabajo de años. Lamento mucho no poder estarle agradecido. Las últimas palabras que recibí de él, tras denunciar su pésima gestión, fueron agrias y amenazantes.

Las continuas críticas que he recibido cada vez que he denunciado estos hechos y la actitud de varios miembros de la actual junta directiva han provocado mi baja como socio (desde junio de este año).

Así que cada vez que alguien me pregunta por el Centro Asturiano de Vitoria hago un gesto de resignación y reprimo una expresión triste: ¡Vaya por Dios!

Manuel Ángel Suárez Suárez

Vitoria

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