Están equivocados
Tras dos meses de huelga minera con sus encierros (esfuerzo inhumano), marchas heroicas (solidaridad), manifestaciones y cortes de vías (siempre mal entendidas), nos encontramos con una posición numantina del Gobierno que no augura una salida airosa al conflicto, no ya desde el punto de vista sindical sino para la propia supervivencia de los trabajadores y las comarcas en conflicto.
Claro que las actitudes del Partido Popular desde el Parlamento y el Ejecutivo, denotan en toda la serie de medidas adoptadas, una falta de coherencia política que raya en lo esperpéntico (sino fuera trágico) con respecto a su programa electoral, que solo se explica desde el pánico a la intervención de la troika sumado a la vena más reaccionaria de acabar con todo lo público y social.
Eliminar pagas extras a empleados públicos(injustificable), bajar las prestaciones al desempleo(inmoral),subir el IVA (cargarse el consumo), finiquitar la dependencia(atentado social) y otros etcéteras que nos esperan cada viernes como gesto de sumisión a los mal llamados mercados y a los intereses de esta Europa que ahora se llama Alemania, es acrecentar más la recesión y llevar a este país a la época de los Pactos de la MOncloa ( tan añorados ultimamente).
No se toca para nada la evasión fiscal de las grandes empresas y fortunas, no se incrementan los tipos impositivos a rentas más elevadas del trabajo ( hablo de 30.000 euros para arriba), etc. A pesar de los informes de los técnicos de Hacienda,es contribuir (sin demagogia) a que cada día haya más ricos y las clases medias sea más pobres.
Pero si piensan que derrotando a la minería conseguirán acallar las protestas en la calle y convertir a los sindicatos en testigos mudos de este golpe de estado a la tan cacareada Constitución, están equivocados. Cada día más, desde dentro y fuera de las organizaciones sindicales y ciudadanas exists un movimiento de protesta e indignación que superará el 15M (que parece integrado) y terminará por devolver al pueblo lo que nos han quitado, democracia real y participativa, no secuestrada por unas elecciones cada cuatro años.
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