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Sostenía Deng Xiaoping

5 de Agosto del 2012 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

«Gato negro o gato blanco, poco importa si caza ratones». Soy consciente de que «blanco» y «negro», como cualquier variable independiente, pueden convertirse en irrelevantes cuando, contrarias, afirman lo mismo en la variable dependiente. También lo soy del sentido circular de la cultura china y de su «amargor-dulzor» que todo lo cocina. Así mismo lo soy del «yin-yang» del ordenado ser fractal con el todo contenido en las partes. Incluso creo comprender a Deng Xiaoping, cuando dice que no le importan los dogmas ideológicos sino los resultados de los actos políticos que, si son correctos: traen prosperidad, y si no lo son: deuda y miseria. Consciente soy de que en España se aplicó profusamente esta máxima con don Felipe González a la cabeza en aquellos tiempos que nos llevaron a estos, corrompiéndose conceptos que, de entrada no lo eran, y de salida sí. Como ese monocultivo del ladrillo para enriquecimiento de toda una clase sin peligro de extinción a pesar del PSV, Gilacciones y otros lances con los que todos aprendieron a hacérselo mejor al votante que, con la voluntad abducida, eficazmente sigue votándolos.

El mal de nuestro tiempo es la subcontratación por la subcontratación de prácticamente todo lo que se mueve en los servicios al ciudadano que se pagan con dinero público; y, por tanto, no son realizados por funcionarios. Es por eso, y para ese fin, que a los funcionarios se les recorta ya desde los tiempos de don Felipe González todo lo recortable: cuando no es el salario, es el poder adquisitivo. Se les recorta tanto en sus funciones como en su número y, mientras, siguen aumentando los gastos públicos por doquier con las subcontrataciones y sus gestores. Es el: «quítate tú, funcionario, que me pongo yo, partidario, amigo, afiliado, y fiel subordinado a la gran maquinona que es esta empresona». Como en la teoría del rumor, se va subcontratando la información y, al final, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia en la comprensión de una gente que llega a confundir funcionario con partidario en beneficio del eficaz vampirismo para su sangría. La existencia de estas autonomías, permite las subcontrataciones de empresas, gestores, conciertos, colaboraciones y fundaciones, todos y todas, pasando por ser entes públicos para el servicio del ciudadano pero sin funcionarios. Por no hablar de las subcontrataciones que están sub júdice, hablemos de otras. Pensemos en el servicio público de formación para el empleo: ¿cuántos cursos se imparten en este servicio con dinero público? (Pues todos y más), ¿cuántos de ellos tienen a sus profesores subcontratados?, y ¿en cuántos de ellos son sus profesores funcionarios? El porcentaje de los profesores funcionarios no es que sea ínfimo, es que es prácticamente nulo. Lo sé fehacientemente.

El «buen» servicio cercano al ciudadano, sólo es una subcontratación. Un eufuturo de algunos que combina «eu», euro y futuro. Ahora, subcontratado todo el país por el BCE, estamos a punto de cargarnos el euro, el futuro, y la competitividad de las empresas. Pues éstas, tienen a lo más esencial de su personal subcontratado bajo el imperativo de lo barato. No nos queda otra:

¡Cacemos gatos sin importar su color! Y vacas sagradas también.

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