Condición humana
La plebe, también llamada populacho, muchedumbre, chusma, en definitiva, la clase social más baja, la gente del estado llano, nos encontramos inmersos en un tiempo de introspección, reflexionando sobre cuestiones que antes no despertaban en nosotros ningún tipo de interés o, si lo hacían, nuestra meditación se quedaba en nada más que eso, en una irritación momentánea que con el quehacer cotidiano se marchaba de nuestro interior con un transitorio mal sabor de boca, porque ocupados en nuestras tareas no teníamos casi ni tiempo para enojarnos, y la indignación se desvanecía de forma veloz, pero esto parece que está cambiando, quizá porque ahora los desafortunados, que somos más, tenemos demasiado tiempo para irritarnos, y los anestésicos están dejando de tener efecto, nuestro letargo parece que llega a su fin, mientras unos por observación propia, y los otros por incitación de los primeros, estamos dando un puñetazo sobre la mesa, cansados de tanta hipocresía política, canalla, y de tan mal gusto como la nuestra. Y en esa ira global, a la que cada vez más personas se suman, me encuentro en un primer momento reconfortado, porque siento que se empiezan a cuestionar asuntos antes indiscutibles, y los buitres, los de arriba, ahora observan con disimulo, inquietos, cómo un emperador romano que aguarda con resignación su adverso destino, sabedor de que sus días de esplendor están llegando a su fin, vulnerable, del mismo modo que se han sentido siempre sus lacayos. En cambio, mi deleite sólo es efímero, profundizando en el total del asunto, me vuelve a invadir la desesperanza, de entender bajo mi punto de vista, que ciertamente nada está permutándose, ni lo va a hacer jamás, de ningún modo, pesimista para muchos, realista para otros, considero que la historia es una gran fuente de conocimiento que tenemos las personas, y hablo de todas las historias, las que acarician la realidad y las que se empapan de ficción, auténticas leyendas, porque todas ellas enseñan, y todas atesoran en común que nacen y confluyen en un mismo punto, la condición humana. Curioseando el pasado de las sociedades humanas, observando el presente, vaticinamos un futuro previsible, y la codicia, la envidia, la mezquindad, la petulancia, la empatía, la vulgaridad, etcétera, son cualidades intrínsecas de todos nosotros, que prevalecen inevitablemente sobre otras muchas características bondadosas que poseemos, pero mientras el poder que todo lo domina, don dinero, siga esclavizando nuestro paso por este decadente mundo no nos hagamos falsas esperanzas, nada va a cambiar, sólo los depredadores moverán los hilos.
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