Lección de economía a la consejera de Educación
En LA NUEVA ESPAÑA del domingo se entrevista a Ana González Rodríguez, consejera de Educación, Cultura y Deportes, a más gloria de esta Asturias cementerio natural en la que nos movemos. Se le inquiere sobre diversos asuntos económicos y entre otras respuestas nos dice: «¿Por qué es válido que el retrato de un ex ministro cueste 190.000 euros y no que una exposición de Saura cueste 500.000?».
Pues mire usted, señora ministra de Asturies patria querida, le voy a dar gratuitamente una sencilla lección de economía (y eso que nada tengo que ver con los números) que espero no se le olvide: «Cuando alguien va a gastar un dinero, poco o mucho, solamente se hace 3 sencillas preguntas: la primera es si tiene dinero para pagar lo que va a comprar, la segunda es si lo que le cobran justifica el gasto que va a realizar, o sea, si le van a timar o no y la tercera es si lo que va a comprar es imprescindible o superfluo. Pues bien, si los políticos que gastaron los 190.000 euros en el retrato y los 500.000 euros en la exposición de Saura y los políticos en general, cuando van a gastar cualquier cantidad de dinero público, se hicieran estas tres sencillas preguntas no habrían tenido los problemas que tienen en la actualidad ya que ni tenían el dinero para pagar el retrato y la exposición como demuestra el hecho de que todas las autonomías y el Estado central están en números rojos en todas sus cuentas y partidas, es decir, empufados hasta las cejas; además, ninguna de las dos compras vale lo que se pagó por ellas ya que al pagar el Estado central o autonómico todos sabemos que los precios se inflan y en tercer lugar las dos cosas eran absolutamente superfluas e innecesarias en un país donde ni había ni hay dinero público contante y sonante ya que todo se pagaba y se paga con créditos.
Y como esto con todos los gastos de la Administración central y las 17 autonómicas durante los últimos veinte años, los cuales han llevado a la quiebra sin remisión a este país.
Por favor, señora consejera, diga lo que quiera pero no nos haga poner también la cama.
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