Otras fórmulas
Si descodificáramos matemáticamente la música que navega a través de las partículas del aire, resultarían miles de fórmulas matemáticas. La música es pura matemática sin rostro.
Por otra parte, sí cualquier procesador informático fuera capaz de descifrarla y convertirla en fórmulas deontológicas, de aplicación para nuestra vida, cuántos miles de injusticias se corregirían en nuestra sociedad.
Que les parecería poner las noticias de los telediarios y escuchar cualquier sinfonía de música clásica, o cualesquiera de otras partituras musicales de géneros distintos. El procesador instalado en el ordenador del centro de emisión comenzaría a convertir la música en imágenes, éstas, a su vez, no se parecerían en nada a las que ahora estamos acostumbrados, y que nos amargan la existencia. La armonía musical convertida en fórmulas numéricas por los sofisticados procesadores informáticos nos harían llegar esas imágenes –acompañadas de comentarios– que todos estamos deseando. Sería el final de esa otra música que ha sido capaz de desafinar cualquier oído humano, hasta ensordecerlo. El hambre se erradicaría del planeta; las guerras cesarían; las diferencias económicas dejarían de existir; las políticas obsoletas desaparecerían.
La música en estado puro, y convertida en ética de última generación, sería capaz de cambiar las indeseables noticias con las que nos bombardean todos los días en las horas puntuales.
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