La «cosa»

15 de Agosto del 2012 - ADOLFO J. SANCHEZ DE LA VENTA
ADOLFO J. SANCHEZ DE LA VENTA

Ya mi memoria no alcanza a recordar los años que llevamos escuchando una palabra que nos atenaza, que nos paraliza, nos anula... en definitiva, no nos deja vivir. Esta palabra es la «cosa». Y no me refiero a la película de John Carpenter titulada con ese enigmático nombre, ni me refiero tampoco a un ectoplasma que pulule por nuestras vidas, no; me refiero a la «cosa». La RAE define en una de sus acepciones del Diccionario «cosa» como «Una realidad hipotética independiente de las posibilidades del conocimiento humano». Al final caí en la cuenta de que la «cosa» a la nos referimos es un simple comienzo de una conversación entre personas que cuando se encuentran como si de un saludo marcial se tratase, lo primero que sale de nuestras bocas es la frase inacabada: «¿Cómo va la cosa?». Ahí entendí por fin el significado de este enigma. La «cosa», lógicamente, ha de ser el estado general, económico y social de nuestra región y el país, en general. Es evidente que nunca jamás nadie pensó en una situación tan comprometida como esta que estamos viviendo, pero he de recordar que no hace muchos años, cuando todos, refiriéndonos al «boom» especulativo de la construcción, el gasto desmedido de ayuntamientos, autonomías, Estado, particulares y un largo etcétera, y vivíamos en una nube voluptuosa y feliz a la cual no le veíamos el final, pero sí estábamos seguros de que en algún momento tendría que explotar, como una avestruz aterrada decíamos: «Yo no sé en qué parará esto». Pues el resultado a esa pregunta ahora lo sabemos: este estado de brutal recesión económica y absoluta falta de esperanza en el futuro es el resultado a la pregunta, y de repente la «cosa» nos invade. Ahora nuestros gobernantes pasados y presentes echan balones fuera, están perdidos en la mediocridad, sin rumbo cierto, sin hacer valer nuestra soberanía ante alemanes, franceses, FMI y BCE, que son quienes de verdad nos gobiernan desde hace varios meses, y nos imponen sus normas amenazantes; y si no, no hay dinero. Nuestros gobierno y clase política son incapaces, totalmente, de darnos una salida de este monumental crack. No saben cómo poner coto a los desmanes económicos del pasado que hoy nos pasan factura. Están perdidos, anulados, desorientados y sus recetas mágicas sólo consisten en apretar hasta la extenuación a los ciudadanos, que también tenemos nuestra cuota parte de culpa, no olvidemos esto, pero aun así, somos, como siempre, los paganinis de la gran «Cosa». Políticos de todo color en entredicho, y algunos en los juzgados por sus actuaciones; sindicatos apesebrados, enriquecidos y atocinados callados hasta ahora, y que hoy, cuando peligran sus puestos, responden con huelgas, protestas y desobediencia civil. El sistema financiero quebrado por la falta absoluta de control por parte de las autoridades monetarias españolas. Pero nadie aún, ni Gobierno, ni sindicatos, ni patronal, ha lanzado una voz unánime para pedir y explicar, con la verdad real en la mano, y sin que su orgullo los venza, ayuda al pueblo español para que todos juntos, apartando ideologías, prejuicios o beneficios laborales conseguidos, nos pongamos de una vez por todas a trabajar en serio para salir de esta situación. Pues de aquí, con tesón y esfuerzo y responsabilidad, se sale. Los españoles somos capaces de esto y de más, pero tenemos que convencernos nosotros mismos de ello, sino la «cosa» nos devorará con total y absoluta seguridad.

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