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El nasciturus y la vida humana

28 de Mayo del 2009 - Saúl Torga Llamedo

Ciertamente, hay dos posturas, llamémoslas sociales, encontradas e irreconciliables sobre el aborto. Por una parte están aquellos que llaman sibilinamente interrupción voluntaria del embarazo, despenalizado por ley hasta la 20 semana de gestación, al considerar que el embrión responde a patrones de segmentación y morfogénesis, no viable, pero acercándose a los umbrales de la etapa madurativa, que alcanzaría la condición de feto; por otra parte otros lo llaman lisa y llanamente aborto, que será la consecuencia de toda agresión contraceptiva, tanto en periodo embrionario como fetal del nasciturus.

Desde luego, no será mi intención entrar en discusiones baldías, respecto a opiniones, siempre respetables, aunque no sean compartidas; lo único que pretendo es dar mi parecer, siempre según mis conocimientos, sobre hechos biológicos, embriológicos y organogenéticos que ocurren en la procreación, formación y maduración de la especie humana.

La fecundación es un proceso de trasmisión de la vida de una generación a otra; por supuesto no existe creación sino una copia de moldes genéticos a través de un mecanismo molecular de trasmisión de la vida. Los datos actuales de la embriología nos muestran que a partir del embrión unicelular y siguiendo la secuencia de cambios, el cigoto va a realizar su ciclo vital con rigurosa unidad en su totalidad.

En la 12 semana o 3º mes de embarazo el producto fecundado tiene el tamaño de una nuez y ya no se considera un embrión, entrando en lo que los médicos llaman “periodo fetal”. La parte más difícil, que era crear todos los órganos básicos, ha finalizado, y en el nuevo periodo los órganos van a empezar a crecer y madurar hasta duplicar su longitud en las tres próximas semanas.

Respecto a los caracteres precisos de viabilidad fetal o capacidad del nuevo ser de poder vivir fuera del claustro materno, aunque sea con una especial apoyatura médica, podrían reducirse a las siguientes condiciones: madurez suficiente, estado de salud que permita la regulación de funciones y que no existan vicios de conformación. Teniendo en cuenta que la capacidad de vida extrauterina está relacionada con la técnica del momento, en la actualidad la medicina perinatal nos brinda la oportunidad de que fetos de 24-27 semanas de gestación pueden mantenerse vivos en un ambiente extrauterino y que en ciertos casos el límite de la viabilidad ha descendido y llevado a la 22 semana de gestación y 500 gr., de peso al nacer.

En términos generales, y con criterios estrictamente medico-legales, cabe distinguir las siguientes etapas, relacionadas con el aborto: desde la anidación del huevo hasta el 3º mes (12 semanas) se considera aborto propiamente dicho; del 3º-6º mes aborto inmaduro y a partir del 6ª mes en adelante, aborto prematuro.

Me van a permitir una licencia, aunque sólo sea con fines didácticos, para tratar de analizar por separado los términos, vida y humana, llegando después a la conclusión del concepto, vida humana.

La vida de nuestra especie se inicia después de la fecundación, a través del núcleo de las células eucarióticas al compartir cromatina y realizarse una reducción y división del material genético a través de la meiosis y mitosis, apareciendo el cigoto o huevo, resultante de la unión de un gameto masculino y otro femenino, que ya será un nuevo ser diferenciado. Científicamente está demostrado que el origen de la vida aparece en el momento de la concepción, en las primeras horas o si se quiere en los primeros días de la primera semana de preñez, en la que el embrión ya es otra vida, un nuevo ser, aunque dependiente de la madre a través del cordón umbilical, y no una masa de material orgánico como pretenden algunos.

En embriología será el genoma el responsable que define e identifica a un ser vivo, siendo el organizador inicial del cigoto que más tarde será regido por el sistema nervioso central. El genoma constituye la carga genética de la célula, estando formado por nucleótidos que encadenan fibras de ADN, englobando a los genes para ser comprimidos y enrollados en los cromosomas como vectores de la herencia. La entidad fenotípica del embrión no solamente viene determinada por su genoma, sino también por las proteínas que éste codifica y por los sistemas que regulan su producción.

Respecto al segundo término, humana, no puede establecerse con criterios científicos, como muy bien se expresa el profesor López Otín, con el que estoy en total acuerdo, pero quiero hacer alguna consideración.

En la evolución biológica de nuestra especie, hace dos millones de años, apareció sobre la tierra el género “homo” que iba a constituir el eslabón preciso para hacernos humanos capaces de utilizar, pensar, razonar, construir, diferenciar, etc.

¿Cuándo se es humano? Para este análisis es preciso hacerse la siguiente reflexión: si esta condición no se adquiere en el momento de la fecundación, tampoco va ocurrir a la 20 semana, que ya es viable y el producto alcanza la categoría de feto, ya que aunque presente características biológicas de ser humano, propias de su geno y fenotipo, le faltan las premisas de humanidad que no ocurrirán hasta después del nacimiento, con el reflejo primario de succión, la sonrisa o la ternura reflejada por la fijación de mirada en su madre, como primeros rasgos identificativos.

En función de ello cabe la pregunta, ¿desde cuando la humanidad? En mi opinión disociar el concepto de vida humana, y marcar etapas fragmentarias de humanidad no tendría sentido y quienes se empecinan en ello barruntan la sospecha tendenciosa de que la búsqueda obedece a otros fines. La legalización del aborto, bajo cualquier aspecto, supone una grave torpeza intelectual, al dar por legal una humanidad que se devora a si mismo por falta de espíritu de sacrificio.

La fecundación de una vida animal siempre dará como resultado una vida animal con sus instintos que estarán presentes en sus genes, poniéndose en activo por el ternero con la búsqueda de la ubre de su madre al nacimiento. Lo mismo va ocurrir en la especie humana, cuya respuesta de parto también será de vida humana, con sus potencias del espíritu que comenzarán a hacerse presentes a los pocos días del nacimiento, ya que previamente se estuvo preparando el terreno biológico en las circunvoluciones cerebrales del lóbulo frontal, hipocampo, sistema límbico, etc. En sentido estricto el nasciturus no será un ser humano íntegramente, porque carece de las características de autoconciencia, imaginación, pensamiento, etc., pero están presentes en los genes que preparan el desarrollo del cerebro, donde esas capacidades se van asentar.

Cuando los científicos hablan del genoma de nuestra especie no hacen referencia a una etapa determinada del nasciturus, sino que hablan del genoma humano como aquél que corresponde al cigoto como identificativo de un ser individual, y cuando así lo dicen será por algo.

El profesor Severo Ochoa, nada sospechoso, a pregunta de un grupo de médicos alumnos en su campo de investigación, sobre ¿Cuándo da comienzo la vida humana en el seno de la mujer? La respuesta fue sencilla, sin rodeos y contundente: “en el momento que el óvulo de la mujer es fecundado por el espermatozoide del varón; en este instante comienza la vida humana, vida que yo tengo la obligación de respetar, lo mismo que tengo que respetar la vida de cada uno de ustedes”.

Como conclusión diré que en cuanto al origen de la vida, parece existir unanimidad de criterios y no se suelen plantear problemas al respecto, mientras que otra cosa distinta es el concepto de vida humana y desde cuando. En mi opinión, tomo como propio lo manifestado por el profesor Ochoa, ya que otras razones que se exponen, algunas son malintencionadas o sesgadas, muchas no son válidas por carecer de razonamiento y otras carecen de rigor.

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