Areces y el Real Oviedo
Según observo a través de los comentarios que viene publicando LA NUEVA ESPAÑA y aplicando la suma aritmética que me han enseñado en la escuela, llego a la conclusión de que el señor Álvarez Areces ha llegado gratuitamente a un enfrentamiento personal con el consejo de administración del Real Oviedo, no sé si por obstinación y terquedad personal, o bien por ociosidad, al ignorar la existencia de cualquier otra problemática social digna de su atención en esta comunidad autónoma. Supongo que en los ratos libres planificará su otra idea brillante: el traslado de la Escuela de Minas, privando a Oviedo de la misma después de cincuenta años de existencia.
Lo que más me llama la atención respecto a la conducta del por ahora presidente del Gobierno del Principado de Asturias es la reiterada negativa de este ciudadano a recibir personalmente a los dirigentes del club más representativo de la capital, tras la insistente solicitud de los mismos. Posiblemente ignora que dicha entidad deportiva, además de representar a Oviedo, cuenta con una masa social importante (más de 10.000 abonados), amén de un historial deportivo y social que aun hoy, en horas bajas, lo sitúa como el club que más temporadas ha representado a Asturias en la división de honor del fútbol nacional, entre otros logros que lo hacen acreedor al respeto de cualquier asturiano, con independencia de su inclinación hacia unos u otros colores dentro del contexto futbolístico regional.
He comprobado en numerosas ocasiones a través de la TV cómo políticos y otras personalidades presencian partidos de fútbol en los que intervienen «sus» equipos y, tanto tras las victorias como con ocasión de derrotas deportivas, mantienen una actitud y compostura alejadas de cualquier matiz que pueda mezclarlos con el «forofismo» o, mejor, aldeanismo de algunos, del que asimismo también me he podido percatar últimamente y que a lo único que da lugar es al rechazo de quienes escogen para la convivencia la conducta objetiva y respetuosa como más positiva para la pacífica convivencia que todos deseamos.
Finalizo reclamando mayor sensatez, más peso (no físico, faltaría más) y que se respete al Real Oviedo como corresponde a su categoría, sin tener en cuenta su actual militancia, y sea recibido dignamente por quienes en otro ámbito representan a los asturianos, como corresponde a su historial y representación, aunque ello tenga que ser en el desafortunado despacho instalado en la Laboral, ignoro con qué finalidad.
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