Cumplir lo prometido
Recordatorio de recordatorios. Todo lo que se escribe está en nosotros.
El cariño no conoce su profundidad hasta el momento de los adioses. Y es verdad. Por ello lo reiteramos cuantas veces haga falta. Ella me dijo: «Adiós, Teté, te quiero mucho y confío y deseo con todo mi corazón volver pronto a verte y a abrazarte, Teté». ¡Ay, cómo es nuestra nieta Ishara!...
Hasta hace poco ella estaba enredada en mis pantalones, acurrucada en mi regazo pronunciando el nombre que desde que aprendiera a medio hablar me había puesto: Teté, Teté, Teté...
De vez en cuando nos adjudicamos almas, corazones que no nos pertenecen; corazones y almas que vuelan hacia su propio destino. Ella no era mía por mucho que yo me lo creyera, que necesitara creérmelo. Ella había llegado cual hada a llenarme de felicidad en mis horas más bajas...
Sencillamente, cariño, cariño: «Teté, te quiero mucho y confío y deseo con todo mi corazón volver pronto a verte y a abrazarte, Teté», confesó a su abuelo... Ayer acaba de cumplir lo prometido.
Para ti, Faustino Blanco, y tus hijos y tus nietos, el cariño de desde cuando éramos adolescentes. Pili, nunca te olvidaremos.
Despedida y cierre. Érase una vez.
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