Equiparémonos a Europa
El presidente del Gobierno ha hecho un responsable ejercicio de realismo al decidir la prórroga de la ayuda de 400 euros mensuales a los parados que han agotado el subsidio de desempleo. Ciertamente, ha esperado hasta el último minuto, pero al final ha tomado esta decisión, que creemos sensata y muy aceptada. Rajoy ha dado una buena noticia a quienes peor lo pasan debido a la crisis.
En poco más de una semana hemos pasado de la desafortunada mención «a los parados de Zapatero», dicho con grave desacierto por el portavoz del PP en el Congreso, a la respetuosa declaración del presidente Rajoy al citar el pasado miércoles festivo a «los trabajadores que están en situación extremadamente difícil». ¿Qué ha tenido que pasar en este corto espacio de tiempo? Sin duda, además de la moderación verbal de la que presume el líder del Partido Popular, la constatación, por algunos responsables de su partido, de que aumentaría peligrosamente la tensión en la sociedad española si se suprimiera la subvención del «plan Prepara».
Los beneficiarios de este plan, impulsado por el entonces ministro Corbacho y que consta de seis mensualidades de 420 euros –aunque ahora reducidos a 400–, son los desempleados que llevan más tiempo sin trabajo, que han consumido el seguro del paro y cuyas rentas son inferiores al 75% del salario mínimo interprofesional. Es evidente que suprimir esta ayuda a un grupo social que se encuentra en condiciones dramáticas no parece razonable teniendo la convicción de que hay que salvar, como sea, de la marginación, la angustia, la desesperanza y, sobre todo, del hambre física a todos los ciudadanos.
En estos momentos son 200.000 españoles los que cobran esos 400 euros, pero los sindicatos calculan que en los próximos meses, debido al incremento del paro y la finalización de toda prestación, la cifra podría duplicarse. Caso de ser así, es previsible que haya que incrementar los 750 millones de euros anuales del mencionado «plan Prepara». Aun así, es un coste que debe ser considerado asumible si de lo que se trata es de evitar un deterioro mayor de las ya precarias condiciones de vida de numerosas familias y a un amplio resto de fractura social. No obstante ello, los sindicatos han advertido de que la prórroga del «plan Prepara» no va a evitar un otoño caliente.
Es probable que el Gobierno, por su parte, aumente las exigencias para que quienes perciben esos 400 euros cumplan la contrapartida de realizar programas de formación laboral que favorezcan su reinserción en el mercado del trabajo. Se pretende asimismo frenar el fraude y evitar que personas que están cobrando un salario sin estar dadas de alta pueden percibir esta ayuda pensada para situaciones de mayor trascendencia.
Sea cual sea la reacción popular, esta prórroga de ayuda a parados que no reciben ningún tipo de prestación merece copiosos aplausos. Es un acto de justicia social, que además nos aproxima a muchos países europeos cuya mayoría contempla asimismo asistencia a desempleados que hayan agotado toda subvención por ese concepto. Digno tener en cuenta es el caso de Bélgica, donde esta percepción tiene una duración ilimitada.
Demostremos, pues, que también nosotros deseamos seguir siendo europeos a partes iguales.
José Antonio Gutiérrez Glez.
Piedras Blancas
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