Ramón Pérez de Ayala
Cuando el insigne escritor, poeta, ensayista, crítico, periodista y novelista, cumplía cuadragésimo aniversario de fallecimiento, le dedicamos un sentido artículo a su memoria, que se comprende en mis «Palpitaciones poéticas...» (páginas 151-153); ahora, el pasado 5 de agosto, cuando su ausencia remata el medio siglo, proyectaba recordarlo otra vez, ya que es un personaje universal asturiano, difícil de olvidar... En tales momentos vino a mi cerebro lo que me sugería siempre mi exquisito amigo, escritor y poeta, «marqués de Lugones», José Antonio Coppen: que no me enrollase largamente escribiendo, como lo suelo hacer casi siempre en mis modestas escrituras; algo que para mí, sinceramente, no es tan fácil. Pero atendiendo a su cordial consejo, trataré en lo que pueda, sintetizando, como lo suele hacer cotidianamente en LA NUEVA ESPAÑA el magistral periodista-columnista, en sus «Cien líneas» breves, Javier Neira, que dispara sus fuegos, muchas veces certeros, siempre sonriendo e invitando a oír música; como de los geniales Pepe Monteserín, Pedro de Silva, Félix Richard, Francisco García, Greciet, Arturo Román, Noval Moro, Montes Álvarez, Raquel L. Murias, Leocadio Redondo (cronista de Nava), etcétera. Qué más en pocas líneas podríamos escribir del cumpleañero inmortal del que se han ocupado a través de los tiempos (eso sí, después de su muerte... qué miseria, según tengo entendido), vigorosas péñolas, entre tales la culta y tan erudita del inolvidable profesor-maestro Martínez Cachero, que nos lo enuncia de esta guisa: «Pérez de Ayala es ejemplo de escritor intelectual, especie no demasiado frecuente en las letras españolas»... Pero muchísimos años antes, ya su fraterno amigo, Rubén Darío nicaragüense, con quien disfrutara los embelesantes paisajes de San Juan de la Arena, como de las frescas aguas del mar en la playa hechicera de Los Quebrantos, admirando los dos a la amada novia (sería ahora pareja), la bella Paca Sánchez ¡!... en Soto del Barco. Leamos lo que a la posteridad informara del ilustre ovetense, nada menos, que el Cantor Supremo de la Hispanidad: «D. Ramón Pérez de Ayala. Es un poeta asturiano, pero que es castellano, pero que es cosmopolita; joven, luego rico en primavera, luego sonriente, luego ágil de pensamiento, luego amador de la libertad, luego soñador... es un poeta absoluto del siglo XX...». Pero, tristemente, a quien sus conciudadanos, sus inmediatos hermanos, por razones políticas y de otros géneros, enmarañados en intereses y envidias «cainistas» (de lo que bien sabía y experimentado muchos años antes, Jovellanos), de su tierra amada lo alejaron; oigamos el palpitar del corazón besando la cuna de nacencia, he aquí sus versos: «Yo nací en esta tierra, / morir en ella quiero»... Muy poca gente contemporánea sabe de lo duro y triste de un destierro inqueridamente, por las circunstancias, a la fuerza, lo que un exilio atormenta; quien esto escribe bien lo sabe, recordando día y noche a la patria lejana, a su Matagalpa, debido todo ello de una «guerra fratricida incivil», copia en pequeño a la que ensombreció de luto y dolor en el treinta y seis del pasado siglo, a todos los hijos de la madre patria, como así la invocamos los hijos de América, haciéndola muy nuestra, abanderados siempre, con orgullo (a ninguna persona de América se le ocurre quemar sus banderas de independencia y democracia), para siempre vivimos con Rubén y las Españas unidos en sus «Cantos de vida y esperanza».
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