Se nos ha marchado todo un arzobispo
Se nos ha marchado nuestro querido arzobispo don Carlos Osoro Sierra. Religioso completo en todos los sentidos. Hombre lleno de fe, de humildad, de caridad, de amor y con unos sentimientos santos. Trabajador incansable por la doctrina de Cristo y con una inteligencia poco común. Pastor que, cuando habla a sus fieles, sus palabras penetran en nuestros corazones profundamente, porque salen de quien lleva a Jesús dentro del alma.
He leído sus libros y he podido comprobar que es un enamorado de la Santísima Virgen y por eso frecuentaba mucho Covadonga y la Santina, para pedir por todos los asturianos.
Dice en una de sus páginas, «con el libro del Apocalipsis quiero repetir: Gracias, Dios omnipotente (Ap. 11,17). Siempre tenemos que dar gracias a Dios por esa mujer excepcional, única e irrepetible, la Madre de Jesucristo, quien fue elegida desde siempre para que diese rostro a Dios en el mundo, por obra del Espíritu Santo. Gracias porque la Virgen María es la gran sorpresa y el gran regalo de Dios».
Yo me pregunto: ¿qué sería de nuestra religión si no existiese la Santísima Virgen?
Fui a la misa crismática a la Catedral y salí de allí con el Espíritu fortalecido gracias a la homilía tan completa que nos ofreció don Carlos, porque sus homilías eran profusas y «de la abundancia del corazón habla la boca»...
Yo creo que los asturianos, en general, no supimos valorar el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio que don Carlos nos ofreció durante su estancia en nuestra región. Sirva de ejemplo el que ha sido un arzobispo que ha atendido con gusto a todos los grupos católicos y asociaciones de católicos de su Arzobispado. Así sucedió cuando el grupo de seglares devotos de la Virgen de Prado Nuevo (El Escorial, Madrid) nos presentamos ante él, a poco de su llegada, y nos recibió sin reticencia alguna, a pesar de ser estas apariciones actuales y, por lo tanto, estar en estudio por parte de la Iglesia.
Por eso, en nombre de todos los asturianos de buena voluntad, me atrevo a mandarle desde estas páginas a su nuevo hogar en la Comunidad Valenciana un mensaje de agradecimiento y pedirle perdón por todas nuestras ingratitudes. Y, de mi parte, reciba un fuerte abrazo de amor espiritual.
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