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Examen de conciencia

8 de Octubre del 2012 - Mercedes Abol-Brasón Álvarez-Tamargo (Oviedo)

Debemos hacer un examen de conciencia después de la manifestación contra los recortes, celebrada el 15 de septiembre en Madrid.

Los organizadores nos extendieron una alfombra roja para no quebrar más nuestra economía, y les respondimos –que no, yo– quedándonos sentados en el sofá.

Acudí a la manifestación y «pasé lista», y no me salen las cuentas: los que fueron eran pocos, pues son muchos los desfavorecidos.

Y para dicho cálculo he tenido en cuenta, grosso modo, a los siguientes ciudadanos:

- Parados en Asturias: 93.943; en España: 4.625. 634 (cuatro de cada diez no reciben desempleo, y de los seis restantes, la mitad percibe unos 426 euros mensuales).

- Pensiones contributivas en Asturias: 296.999; en España: 8.918.804 (jubilación, viudedad, incapacidad, orfandad y muchas no superan los 600 euros al mes).

- Pensiones no contributivas en Asturias: 9.604; en España: 447.832 (jubilación, invalidez, y no superan los 400 euros al mes).

- Desmantelamiento de la minería en Asturias: destruirá 14.000 empleos (3. 500 directos y 10.500 indirectos).

- La siderurgia asturiana: tiene el tiempo contado.

- Empleados públicos en Asturias: 73.000; en España 2.600.000 (congelación salarial, bajada del sueldo base y la antigüedad, eliminación de la paga extra de Navidad).

- Ganadería, con una enfermedad crónica llamada crisis permanente (los costes de producción superan con creces el precio del ganado).

- La flota pesquera y el condicionante que suponen para España las limitaciones impuestas por parte de la Unión Europea o por parte del Reino de Marruecos, o de aquellos otros estados en los que tradicionalmente han faenado los barcos españoles, añadiendo a todo ello los problemas medioambientales.

Está muy claro: en la manifestación éramos muchos, pero faltaban muchos.

En este país o embarcación hay 445.000 patrones –dícese así del político en España– y un solo remero –dícese así del trabajador–. Y esto se refiere a la acción de someterse a la voluntad de otra persona o a la fuerza de una situación: sumisión o servilismo.

Este momento que estamos viviendo y soportando recrea el feudalismo: el señor en el castillo fortificado y el siervo pagando en situación de esclavo.

Por tener una vivienda digna, un trabajo digno y una familia nos calumnian, diciendo que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y no hay nada más deshonroso que endeudarnos para rescatar a la banca privada y seguir pagando a «políticos profesionales» que se fijan su propio salario: doble moral.

Y doble moral la tienen los políticos que ganan mintiendo: la solución «moral» –regla o norma por la que se rige la conducta de un ser humano en concordancia con la sociedad y consigo mismo– es la «dimisión».

Estos acontecimientos traumáticos acompañados de emociones dan lugar a la ira, que es una emoción totalmente normal y humana, pero fuera de control puede ser destructiva.

Por ello, debemos confiar en los sindicatos que su objetivo principal es el bienestar de los trabajadores, asegurando condiciones dignas de seguridad e higiene laboral y generando mediante la unidad la suficiente capacidad de negociación como para establecer una dinámica de diálogo social entre el empleador y los trabajadores. La libertad sindical de los trabajadores para crear, organizar, afiliarse, no afiliarse o desafiliarse, cambiar de sindicato es libre y sin injerencias del Estado, patrones, empleadores u otros sindicatos.

Somos los principales pagadores de la crisis y unidos podemos dejar patente el rechazo y malestar: deprimir los sueldos no es la solución, pues no habrá consumo. Por último, es necesaria una reforma de la Constitución adaptándola a la realidad actual: «conciencia y riqueza se odian».

«La próxima vez, pues, habrá más manifestaciones y repulsas, estaremos todos».

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