La deuda
Existe la creencia generalizada de que el detonante de la crisis, nacional e internacional, ha sido la burbuja inmobiliaria, pero no es del todo cierto. Junto a la razón de fondo, consustancial con el modelo capitalista, de la sobreproducción y la facilidad de los créditos para poder absorberla, está su consecuencia mas perniciosa, el endeudamiento de las familias hasta límites antes nunca vistos. Con la mayoría de los salarios actuales no es posible amortizar las inversiones de las empresas y las plusvalías de los empresarios, en una sociedad basada en el consumo desmedido, sin préstamos masivos a corto, medio, largo y también muy largo plazo. Pero, lo peor es que los estados, para mantener una burocracia sobredimensionada y para poder acometer gastos que exceden en mucho a los ingresos, también han recurrido al endeudamiento con desmesura. Hagamos una pregunta ¿creen ustedes que los gastos de la UE, de la administración central del Estado español, de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos son todos necesarios? Yo pienso que, al menos una gran parte, son perfectamente prescindibles. Estamos seguros de que, con una tijera, se pueden cortar no los picos del gasto, como en la famosa y aberrante teoría probada en la industria del automóvil, pero si una ingente cantidad de partidas cabalmente innecesarias. El problema es que las administraciones están dirigidas por gentes y por partidos que anteponen sus intereses a los de los ciudadanos y que usan el dinero público, el nuestro, con total alegría.
En efecto, ha sido el brutal endeudamiento de los EE UU, tanto el federal como el privado, el germen que desarrollaría la crisis, como ya anunciamos en septiembre de 2.007, aunque ahora muchos desconcertados digan que nadie la previó. España, que ya era uno de los países desarrollados con los números más en rojo, ante la caída en picado del P.I.B. (el mayor en cuarenta años) y el brutal aumento del paro (por encima, y aún no hemos visto nada, de los cuatro millones) tiene un problema que destaca sobre un inmenso rosario, la deuda que, repetimos, es la mano que mece la cuna. Aquí y ahora no es inteligente destinar mas dinero público a subvencionar, salvo lo mínimamente imprescindible, solo cabe la inversión. Los políticos y los sindicalistas no tienen derecho a meter la mano en el bolsillo de los ciudadanos y a endeudar y, por tanto, empobrecer a España para siempre. No estamos ante un resfriado, es una enfermedad grave que, si no se toman las medidas necesarias, será terminal. Es imperativo acometer reformas estructurales, ya mismo, en la gestión administrativa del Estado, en un plan energético nacional, en la promoción de un nuevo tejido productivo basado en tecnología de vanguardia, es necesaria la vuelta al campo y, antes de que la situación en el sector se haga insostenible y porque son necesarias medidas que no encajan en la filosofía de la economía de mercado, es imprescindible la nacionalización, no temporal, de la banca.
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