Un año sin Manuel Ángel Álvarez
Esta carta va dirigida al más grande, a la persona que más huella ha dejado en quienes le conocimos y pudimos compartir un poco de su corta pero fructífera estancia entre nosotros. Sí, es cierto, hace un año que nos dejaste en contra de tu voluntad. Pero aunque en tu trayectoria te has encontrado con mucha gente, nunca, repito nunca, has dejado indiferente a nadie.
Has sido el hijo que todos los padres quisieran tener. Ellos siempre te tuvieron a orgullo, y se les queda la boca pequeña cada vez que pronuncian tu nombre. Igualmente, has sido un padre ejemplar, pues lo has dado todo, una y mil veces, por el tesoro que nos has dejado. Tu madre y tu hija eran las dos personas que más querías en este mundo, varias veces me lo has comentado. Y hoy, cada una a su manera, te lleva en lo más profundo de su corazón. Por si fuera poco, eras el cuñado que muchos quisieran tener. Vuestra relación siempre fue envidiable, como bien decíais uno del otro: un «gran tío». Hacíais un buen tándem. Hablando de tío, la magia existente entre tu sobrino y tú es imposible de explicar. No pasaba día que no preguntaras y estuvieras al tanto de tu sobrino. Ten por seguro que él te imitará en todo lo que pueda, pues eres su ideal. Como esposo, compañero, primo, sobrino, etcétera, sobran los calificativos; sin olvidar tu sentido de la amistad y de la lealtad. Eras un buen amigo, y lo has demostrado con creces.
Lito, a todos y a cada uno de los que se han cruzado en tu camino, les has dejado una huella imborrable, y ten por seguro que, por mucho tiempo que pase, quienes te hemos conocido nunca, nunca te olvidaremos. Eras especial, y tú bien lo sabes. Quizás por eso alguien te ha querido llevar, pues nosotros ya no podíamos seguir disfrutando, aprendiendo y apoyándonos en alguien tan inmenso como tú. De todos modos, sé que nos acompañas a tu modo, en silencio y de una manera discreta, tal y como ha sido tu paso por esta vida. Y también sé que nunca, nunca, nos dejarás, ni te dejaremos.
¡Ah!, se me olvidaba decirte que has sido el hermano más maravilloso que se pueda tener, y yo he sido una privilegiada. Siempre estaremos contigo, porque no hay tantas personas que hayan calado tan hondo como lo has hecho tú. Por algo será.
Besos de tu hermana que te quiere. Nos vemos.
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