Las nuevas parroquias de Oviedo: su origen
Del 21 al 25 de abril se conmemoró el quincuagésimo aniversario de la creación de las parroquias de San Francisco de Asís, Santo Cristo de las Cadenas, San Pablo de la Argañosa, San Antonio, San Juan B. de La Corredoria, la Tenderina y Ventanielles.
¿Cómo surgió todo eso y más?
Oviedo tenía sólo cinco parroquias: San Tirso, la Corte, San Isidoro, San Juan, San Julián de los Prados y San Pedro de los Arcos. Entre la parroquia de San Pedro de los Arcos y San Julián de los Prados abrazaban casi todo el perímetro de Oviedo. A San Pedro pertenecía el Cristo de las Cadenas y aledaños y los alrededores de los escolapios; y San Julián de los Prados, por el otro lado, cerraba Oviedo por detrás de San Lázaro. Y en el centro quedaban las cinco tradicionales antes mentadas; más los Dominicos, Carmelitas y Corazón de María, que no eran parroquias.
Tengamos en cuenta que Oviedo entonces no estaba tan poblado como ahora, pero ya se iban creando núcleos nuevos por todos los lados.
Era arcipreste de Oviedo don Feliciano Redondo Cadenas, párroco de San Tirso el Real. A él le preocupaba, como arcipreste, el que las parroquias de entonces ya no respondían a los nuevos barrios y calles que aquí y allá iban surgiendo como hongos...
¿Cómo hacer ver «plásticamente» que las actuales parroquias de entonces ya no respondían a los nuevos barrios y calles que aquí y allá surgían?
¿Cómo hacer ver «plásticamente» que Oviedo necesitaba con urgencia parroquias cercanas a los nuevos barrios que surgían como setas forjando otro Oviedo, que ya no se podían atender con sólo cinco parroquias? (Entonces los conventos no eran parroquias como ahora. Ejercían por libre –con sus cultos, cofradías, sus grupos juveniles– el Colegio de Santo Domingo, etcétera.
A la mente del señor arcipreste le vino la idea de una misión general, que revolucionase a todo Oviedo y a las «jerarquías» que no veían el nuevo Oviedo que se les venía encima.
Dicho y hecho: se consulta al señor arzobispo, que dio su visto bueno. Se contrataron los servicios de un experto en misiones populares como era el padre Langarica y de ahí comenzó a surgir la misión general de Oviedo, que se inició el 15 de octubre de 1957.
Para buscar los emplazamientos de los»centros de misión» (aparte de las pocas iglesias y conventos existentes) el delegado de la misión, don Feliciano y el padre Langarica «patearon» todas las calles de la ciudad de punta a cabo, de Norte a Sur y de Este a Oeste. El padre Langarica se detenía en un punto y decía: «Aquí, un centro misional». Estos centros eran, por decirlo de alguna manera «extraparroquiales», en barrios, alejados de iglesias propiamente dichas.
Don Feliciano veía «con pavor» cómo los centros de misión iban en aumento. Hubo que alquilar sillas, lonas para cubiertas y luego, además, buscar dos predicadores para cada uno de los centros y domicilios que los alojasen «gratis et amore».
Todo esto se coordinaba en la «oficina general de la santa misión», ubicada en la sobresacristía de San Tirso, donde estaba la oficina permanente con el teléfono 22-12 en vela.
Y, por fin, el obispo de Oviedo don Javier Lauzurica y Torralba firmaba el decreto que daba paso a la santa misión de Oviedo el 25 de octubre de 1956.
Con ello comenzaba una etapa nueva en la vida parroquial de la ciudad de Oviedo.
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