Así funciona la Administración del Principado
El pasado día 30 de abril no hubo ninguna noticia importante que resaltar en la prensa asturiana. Aparentemente.
En dicha fecha, aunque haya pasado desapercibido para la mayoría de la gente, se ha producido por primera vez en la historia democrática de nuestra región un hecho sin precedentes, como ha sido el despido de un trabajador del Principado con un contrato de trabajo indefinido, tal como figura en el BOPA del citado día.
El pecado que esta persona ha cometido para verse privado de su puesto de trabajo de cocinera, conseguido hace unos años gracias a una oposición, ha sido el de presentarse a una convocatoria con unas preguntas mal formuladas por el tribunal de la misma. Una vez que dicha persona había firmado su contrato indefinido y llevaba trabajando dos años, el mismo tribunal que en su día la juzgó como apta le dice que ahora no, que ha habido un cambio en la lista de aprobados por un error que ellos mismos han creado y que se tiene que ir a la calle.
Este argumento que parece sacado de una novela de ciencia ficción es lo que actualmente está pasando en la Administración del Principado de Asturias, donde las chapuzas a la hora de desarrollar las oposiciones vienen siendo últimamente algo a la orden del día. El caso es especialmente grave cuando de las meteduras de pata no se hacen cargo sus responsables, sino que éstos se inhiben y pasan directamente la culpa a los trabajadores, que acaban pagando el pato yéndose al paro, mientras los autores de tal desaguisado siguen en sus puestos o incluso ascienden en algunos de ellos.
Este caso de la cocinera pudiera parecer un hecho aislado. No es así. Veamos más ejemplos de lo que actualmente se cuece en la Consejería de Administraciones Públicas:
Auxiliares educadores: cuatro personas se van a ir a la calle porque, tras haber aprobado la oposición a la que habían tenido que acudir para conseguir su plaza, ¡el tribunal estaba mal constituido!, lo cual hace que aquella quede anulada y ellos se tengan que quedar de patitas en la calle. Demencial.
Operarios de servicios: en este caso 112 personas se pueden quedar sin trabajo después de haber estado desempeñando su labor durante casi tres años porque algunas de las preguntas del examen, al igual que en el caso de la cocinera, estaban mal formuladas, lo que hace que se forme una nueva lista en la que se incluirían los antiguos aprobados con los nuevos aprobados que, con toda la razón del mundo, también tendrían derecho a una plaza. El Principado, en vez de aumentar el número de plazas disponibles con el fin de que nadie quedase fuera y se viese perjudicado tal como señala la ley, tira por la calle del medio y no se le ocurre otra cosa que despedir a aquellos trabajadores indefinidos que sobren.
A la decisión del aumento de las plazas se podría argumentar el hecho de que no podría ser posible porque no existirían bastantes para todos. Este razonamiento deja de ser válido en el momento en que existen actualmente más de doscientas plazas de personal cubiertas por interinos. Además, hay otro detalle que clama al cielo: en el último año se han venido produciendo toda una serie de adjudicaciones a empresas privadas para la limpieza de distintos centros educativos: institutos Calderón de la Barca y Doña Jimena (Gijón), Luanco, Arriondas, Sánchez Lastra (Mieres), Nava, etcétera. Por tanto, tenemos la paradójica situación de que los trabajadores del Principado son despedidos porque no hay trabajo para todos, pero a su vez éste contrata a compañías privadas para que realicen los trabajos que aquéllos venían efectuando, con el agravante de que el coste de este servicio es aún mayor. Que cada cual saque sus propias conclusiones.
Como se puede ver, Asturias, o mejor dicho, sus responsables vuelven de nuevo a rozar el ridículo en una penosa pugna por ser la comunidad autónoma con la Administración más calamitosa de España. Resulta sonrojante ver cómo nuestros dirigentes exigen airadamente a las grandes empresas de nuestra región que no realicen ajustes de empleo alguno en sus plantillas, mientras ellos mismos no dudan en poner de patitas en la calle a sus propios trabajadores, encima por problemas que ellos mismos han creado. Así nos va.
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