Opinar
Parodiando a Gómez de la Serna, por la intención satírica y el rasgo de ingenio que entrañan sus greguerías, recogemos la que dice: «El arco iris es la cinta que se pone la Naturaleza después de haberse lavado la cabeza»; y es que las ideas, a través de conceptos o juicios, son el arco iris que adornan la cabeza humana después de su lavado interior a la hora de dar forma a una cosa. Según este proceso, el brillo de las opiniones puede variar de color y matices. Se ha dicho que hay tantas opiniones como hombres. Añadir, por nuestra parte, que frecuentemente se puede apreciar que son muchas las personas de la vida pública que emiten opiniones sin pasarlas por el filtro del raciocinio. Es muy recomendable, por ello, reivindicar el arte de pensar. Parece de Perogrullo, pero no se debieran emitir opiniones sin recurrir previamente al laboratorio de la facultad de pensar.
Subtítulo:Reivindación del arte de pensar
Destacado: Uno debe casarse con su opinión, pero sin obstinarse en el juicio propio
Y todos hemos de reconocer que solemos pronunciarnos precipitadamente sin madurar las ideas. «Quien vive sin pensar no puede decir que vive», en frase calderoniana. Desde la juventud se debería adquirir el buen hábito de tener opiniones verdaderas de las cosas y vigorizarlas a medida que maduramos. Los seres humanos somos como la arcilla, podemos modelarnos, siempre y cuando exista una buena disposición para ello. De esta manera, conseguiremos tener opinión propia, que no es ninguna banalidad. El que no tiene opinión propia siempre contradice a los demás. Es el clásico espíritu de contradicción, normalmente sin argumentación. Luego están los que aprovechan la opinión ajena para hacerla suya, con argumentos que contienen poros de desdicha. Son los que se adornan con plumas ajenas.
Ahora bien, no debiéramos despreciar nunca las opiniones ajenas, o sea, las contrarias, sobre todo si se formulan con consistencia que pueda contribuir a enriquecer la cosa de que se trate. Y si hemos de oponernos al dictamen de otros, es muy aconsejable hacerlo con tiento, para evitar entrar en antagonismos. No son aislados los casos en los que los adultos entran en colisión por nimiedades, cuando eso, en todo caso, sólo debiera producirse en la adolescencia. Y también se debe mirar o escuchar con un mínimo de atención los casos de cerrazón mental de quienes no se han preocupado de evolucionar, que no han crecido interiormente, pues son los más obstinados. No se han preocupado de mantener las ventajas de la mente abierta. Dios dotó al hombre de inteligencia para que la cultivara y desarrollara, no para que la convirtiera en un erial.
En resumen, este proceso –que no es otro que aplicar la guía del sentido común, para conducir los sentimientos y pasiones, la voluntad y el entendimiento en los aspectos clave de la vida, siempre respetando la objetividad y la coherencia– debe seguir esta ruta cuyos argumentos permitan convencer a los demás. Uno debe casarse con su opinión, pero sin obstinarse en el juicio propio. La diversidad de opiniones es la demostración de la existencia de la civilización.
Nota colateral: No es difícil atacar las opiniones ajenas, pero sí el sustentar las propias, porque la razón humana es tan débil para edificar como formidable ariete.
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