Celso Meana Peña, una vida para la agricultura

Una circunstancia especial me hace volver hoy la atención hacia otro de los hijos de nuestro concejo villaviciosino. Hace muy poco me ocupé con especial satisfacción de don Rafael Meré Pando, nacido en el pueblo de Ternín. Hoy voy a ocuparme de Celso Meana Peña, nacido en Valbúcar, de la parroquia de San Juan de Amandi.

Una bisnieta de un primo de don Celso, doña Cristina González, me envió una carta desde California solicitando del Archivo Histórico Diocesano una partida de bautismo de éste su ancestro, "que escribió unos estudios muy interesantes sobre la agricultura en Asturias". El nombre y la oriundez me resultaban, de tiempo, ya conocidos.

En el libro de bautizados correspondiente a la fecha de su nacimiento, en la parroquia de San Juan Bautista de Amandi, en el arciprestazgo de Villaviciosa, me encuentro con esta partida bautismal, que, con todo agrado, me complazco en reproducir: (Ref.:61.1.6, f.217)

"En la iglesia parroquial de San Juan de Amandi, partido y concejo de Villaviciosa, provincia y obispado de Oviedo, a veinte y dos días de octubre de mil ochocientos y setenta y dos, yo, el infrascrito cura propio de ella, bauticé solemnemente a un niño que nació el día anterior, al que se le puso por nombre Celso, hijo natural de don Celestino Carrera Meana (debe decir Meana Carrera, como se expresa abajo) y de doña Adelaida de la Peña Muñis, soltera y vecina de esta parroquia y natural de la de Bedriñana, y él viudo, natural de Puelles y vecino de Villaviciosa. Abuelos paternos don Sebastián Meana y doña Josefa Carrera, de Puelles. Maternos, don Atanasio de la Peña, natural del Valle de Carranza, en Encartaciones del Señorío de Vizcaya, y doña Josefa Muñis Cerecedo, natural de Villaviciosa. Fueron padrinos don Antonio y doña Salustiana de la Peña Muñis, tíos del bautizado y vecinos de esta parroquia, a quienes advertí sus obligaciones, y al padrino, el parentesco espiritual; la madrina no le contrajo. Y para que conste lo firmo en dicho día junto con don Celestino Meana Carrera, en prueba del reconocimiento que hace de este niño. Juan González de los Salgueros (rubricado), Celestino Meana Carrera (rubricado)".

En el libro "Villaviciosa y su progreso", don Víctor Balbín Martínez y don Gerardo Fernández Moreno escribieron así de don Celso Meana: "Desde su infancia se dedicó a las faenas del campo, y hoy, dados los grandes conocimientos que adquirió y sus constantes estudios, puede considerarse de los labradores más expertos, no sólo en Asturias, sino también de España".

Recorrió muchos lugares de Francia, lugar que escogió para residir con su familia, por el gran afecto que hacia este país tenía. Trabajó en Bélgica, Holanda, Inglaterra y la República Argentina, llegando a conocer varios oficios, que dominaba con singular maestría.

En tiempos de la Dictadura del general Primo de Rivera se le encomendó la fundación de una granja agrícola, piloto, en Infiesto, tarea que vio interrumpida por el advenimiento de la Segunda República en 1931. Por 1936 residía en Villaviciosa, de donde retornó a Valbúcar y allí, en las casas de Peña, falleció, según el libro de difuntos de Amandi, "recibidos los Santos Sacramentos" el 8 de agosto de 1937, a los 65 años de edad.

Estaba casado con doña Portala Álvarez Collada, de cuyo matrimonio nacieron ocho hijos: Juan, Susana, Moisés, Carmen, Samuel, Asunción, Aurora y Benjamín.

En el periódico villaviciosino "El Progreso de Villaviciosa" escribió frecuentes crónicas, que titulaba "Cartas al sacristán de Abayu", sobre cuestiones agropecuarias relacionadas con la comarca de Villaviciosa.

Del resto de su obra escrita solamente conocemos la titulada "La agricultura de la costa cantábrica", Oviedo, Escuela Tipográfica de la Residencia Provincial de Niños, 1934, 44 páginas, en 8.º. Sólo conozco de esta obrita dos ejemplares, el que tiene la Biblioteca Universitaria y el que tengo en mi librería particular, del que me es grato hacer esta mención rememorativa de su llegada a mi poder.

Hace bastantes años que doña Palmira García Rivero, de las casas de Arpandi, en mi parroquia de Santa María de Lugás, tuvo la gentileza de regalarme un conjunto de fotografías muy interesantes de su familia y parroquia de Lugás, dos o tres devocionarios y varias novenas de piedad popular, que sabía que yo apreciaría, como así se lo expresé. Con algún que otro folleto de interés, me obsequió el arriba mencionado de Celso Meana, a quien había conocido en numerosos de sus avatares y trayectoria, y cuyas familias de las casas de Arpandi y las de Peña, de Valbúcar, mantenían casi familiar y tradicional relación.

Así explicaba doña Palmira la presencia de aquel tratadito de agricultura, con la autoría de Celso Meana, en su casa, queriendo inculcar los principios sobre la agricultura que él defendía al padre de ella, Pepe Arpandi, que más partidario se mostraba de los aportes de la tradición que de las innovaciones y principios que don Celso pretendía hacer llegar a sus lectores, aunque muchos de sus principios caían como la semilla en el desierto.

"Habent sua fata libelli" (cada libro tiene su propio destino), dejó escrito Terenciano Mauro en su "Carmen heroicum" y el del folleto de don Celso Meana ha sido encontrar acomodo en mi personal librería.