Fui alumno de Rodríguez Castellanos
Fui alumno de don Lorenzo Rodríguez Castellanos, en el Colegio de Segunda Enseñanza de Infiesto, en el año 1943. Era un hombre de contextura física frágil y actitud muy cercana y cordial, al que queríamos y respetábamos mucho. Un profesor, por cierto, excepcional, tanto por su perfecto conocimiento de las materias –Literatura, Latín– como por la capacidad y el interés por acercarnos sus contenidos, conseguir, por ejemplo, que un clásico –a lo mejor Gonzalo de Berceo, o Quevedo o Gabriel Miró– fuera aproximado al lado de nuestro pupitre, que su discurso nos resultara inmediato y atractivo. O explicándonos el proceso de transmisión de las expresiones populares y su tenaz vigencia a lo largo de los años, de los siglos.
«¿Por qué creéis que los niños cantan en las plazuelas, en un corro y en tardes de verano, “Mambrú se fue a la guerra...”, o “Ambo, matarile” o “De Cataluña vengo de servir al rey...”? Eso ya ocurría en tiempos de los bisabuelos de vuestros abuelos. Veréis el origen...».
Era un comunicador sabio, un hombre lúcido y entrañable. Por la reseña de LA NUEVA ESPAÑA compruebo que se situaba –antes de la Guerra Civil, cuando aún era posible– en un posicionamiento cultural y didáctico afín al empeño investigador y de renovación de la enseñanza de los profesores de la República. Me alegra que haya sido así y no me sorprende, pues había en sus desarrollos como docente la manifestación de un profundo humanismo y del insobornable amor a la libertad de pensamiento.
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