Segovia, los asturianos y la fortaleza de Castilnovo

Regresar a Segovia es envolverse en paisaje pintoresco y variado, historia por todos los poros de su capital y provincia, gastronomía con mayúsculas y mucha hospitalidad y querencia por parte de los parroquianos que viven a fondo sus entornos. Y entre los lugares a destacar en este territorio castellano sobresalen la ruta de los pinares y el lechazo al horno, zonas con sabor medieval, soberbio patrimonio artístico y monumental y vitalidad urbanística con un trasfondo medioambiental notable donde las Hoces del Duratón son la referencia paisajística. Cuéllar, Sepúlveda, Sacramenia y Fuentidueña aparecen en el camino como villas de renombre y destino turístico.

Y en medio de estos contornos surge en mitad del frondoso valle entre pinares, olmos, sauces, alisos y demás bosque de ribera la fortaleza de Castilnovo, una histórica construcción que nació como fortaleza árabe en el siglo VIII y castillo posteriormente, siendo residencia de los Reyes de Aragón, don Fernando y doña Leonor. Más adelante Juan II lo entregó a su valido Álvaro de Luna, condestable de Castilla. Los Reyes Católicos lo adquirieron más adelante dándole vida y ambiente palaciego… Tras pasar por infinidad de manos, actualmente es sede de la Fundación Hispano-Mexicana Castilnovo, cuyo objeto social es la defensa de lo hispano mediante exposiciones, conferencias, ediciones, viajes y campamentos infantiles. Este conjunto gótico-mudéjar se abrió al público recientemente como un hotel restaurante. Se recomienda su visita pues en su interior aloja auténticas maravillas de la historia castellana y mexicana desconocidas para muchos.

Y vivir Segovia es recordar que bastantes asturianos durante la Reconquista dejaron su territorio norteño para repoblar los viejos espacios y nuevos alfoces castellanos. Es frecuente observar en estos lugares de tallas románicas y esculturas góticas apellidos como Peláez, Pertierra, Cuesta o Menéndez por poner algunos ejemplos. Precisamente Segovia y Ávila son las provincias castellanas donde los apellidos de origen asturiano tienen mayor impronta a juzgar por los expertos. Y uno de los Pertierra con proyección en estos enclaves es el Bodeguero de Fuentidueña Fernando Pertierra, que elabora unos vinos de notable paladar y carácter pertenecientes a la IGP Valtiendas, pronto Denominación de Origen. Suele vanagloriarse de su apellido asturiano y lo expone siempre que puede. El antiguo castillo de esta medieval población es de su propiedad, adquirido en subasta pública, y lo mantiene con estilo y prudencia estética.

A unos kilómetros de distancia se encuentra Sacramenia, otra población con sabor, y nunca mejor dicho, por sus iglesias románicas, su historia vetusta, el turismo rural y los buenos asadores y carnicerías, junto con la excelsa bodega-museo Zarraguilla, donde los vinos de la zona se erigen en verdaderos protagonistas y que cada día buscan ganarse un hueco en el complejo universo vitícola nacional. En los alrededores de Sacramenia destaca la iglesia de lo que fue un notable monasterio cisterciense: Santa María la Real. El claustro, refectorio y sala capitular fue vendido a un americano. Actualmente en esta iglesia se celebran muchos actos litúrgicos y celebraciones de destacadas familias segovianas y de personajes de la farándula nacional. Y entre las poblaciones de Sacramenia y Fuentidueña, a orillas del Duratón otro monumento histórico se ha convertido en hotel de gran porte. Se trata de un vetusto y noble monasterio que coincidiendo con la desamortización de Mendizábal, siglo XIX, quedó en el más absoluto abandono. La familia del empresario Plácido Arango, de origen asturiano, se hizo con las riendas de la explotación hostelera.

Y entre un paisaje cargado de historia y vida, unos caminos legendarios y una comunidad de Villa y Tierra, estos contornos sorprendentes se dejan arrastrar por los reclamos del turismo natural, cultural y gastronómico, destacados pilares que mueven el sector servicios de esta zona castellana con ilusión acertada y la importante labor desarrollada por los alcaldes de Fuentidueña y Sacramenia con las aportaciones intensas y técnicas de la Diputación segoviana y la gerencia turística. El turismo por estos lares es emocional, directo y verdadero, y el viajero lo observa con interés y querencia. Y tras saborear los tradicionales judiones de la Granja y un notable lechazo al horno, todo ello regado con los estupendos caldos de Valtiendas, el recorrido por estos parajes de variedad contrastada se ve con otra perspectiva.