Currándose el turismo
Hace tres años se reguló el acceso en vehículo privado a los lagos de Covadonga. Tras el análisis del período en vigor, puede decirse que el tráfico ha ganado en fluidez y los visitantes en comodidad.
Recordando lo fundamental del plan de acceso a los Lagos y Covadonga: 1) La restricción sólo se aplica en los períodos de máxima demanda, antaño atasco garantizado (verano, Semana Santa, Navidad y ciertos puentes, de 08.00 a 20.00 horas). 2) Se regula a través de parkings escalonados y transporte público, mediante un servicio de pago.
Ahora se plantea ceder la gestión de esos parkings a alguna asociación canguesa (deportiva, escolar, benéfica...). Pero a nadie le gusta volver a pagar por lo que ya nos cobran, ruede o no el coche, aunque sea una inocente cara de adolescente quien «entregue» el tique. Y en ningún lugar resulta popular pagar por un servicio que no se aprecia o parece destinado tan sólo a sablear ¡otra vez! al sufrido y esquilmado ciudadano. Así me parece con las chapuzas seudomunicipales de zonas azul, los aparcamientos en ciertas playas de Gozón o los «vovis» de Avilés.
En el bellísimo y turístico pueblo de Locronan Bretaña-Francia han implantado un sistema que me pareció muy bien ideado y que resuelve a la perfección varios objetivos:
Sirve para ordenar el tráfico y facilitar la estancia (cobrando por el parking mejor situado y equipado).
Genera la aceptación y empatía de turistas y vecinos (lo recaudado se emplea para mejorar el pueblo) a través de una clara comunicación.
Aporta-regala un tangible de la estancia y te recuerda-invita a que vuelvas en otras ocasiones: te engancha.
Exhiben su imagen y promocionan turísticamente por Europa (los 365 días del año, a pie de calle) con la ayuda táctica de sus visitantes.
Todas estas ventajas con tan sólo ofrecer una pegatina (con una vigencia anual) a cada vehículo que estaciona en el parking de pago. ¿Más por menos? Porque ofrecer un turismo creativo y profesional también es cuestión de estilo.
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