Gudaris muertos en la Guerra Civil en Asturias
Según publicaba LA NUEVA ESPAÑA el pasado 27 de diciembre, el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa, ambos gobernados por Bildu, pretenden exhumar los cuerpos de más de un centenar de combatientes vascos muertos y sepultados en Asturias en 1937, durante la Guerra Civil.
Este proyecto, según explicó el propio alcalde de la capital donostiarra, consiste en exhumar los cuerpos de los integrantes de una brigada vasca que combatió contra las tropas franquistas bajo el mando de Cándido Saseta, cuyos restos fueron hallados enterrados en la localidad de Areces, en el concejo de Las Regueras.
Aunque el regidor vasco no aclaró el destino final de los restos, lógicamente, el objetivo es su traslado a Euskadi, donde se prevé ofrecerles un homenaje junto a familiares y asociaciones vinculadas al rescate de la memoria histórica.
Nuestra plataforma en breve, una vez que ya obtuvimos los permisos municipales acordados en un Pleno, va a erigir en una plaza pública de Grado un monolito en memoria de todas las víctimas del franquismo, no solo asturianas, sino de las numerosas naciones que sufrieron esta barbarie en la comarca moscona como consecuencia de la Guerra Civil.
Por investigaciones que hemos realizado, además de la que es referida en la noticia, nos consta la existencia de restos de gudaris en otras fosas de la zona; concretamente, hay muchas posibilidades de existencia de cadáveres de vascos en el lugar llamado La Chabola, en la parroquia de La Mata del concejo moscón.
Lo que sí tenemos claro es la existencia de muertos asturianos en el «pradón de los vascos». Además de numerosos testimonios en este sentido, existe una prueba irrefutable. Es la grabación de una conversación con el asturiano Jesús Vázquez transcrita en el libro de reciente aparición «Grao en blanco y negro», que, además de los horrores que refiere, demuestra esta circunstancia.
Jesús, que salvó la vida en el último momento, en su exhaustivo y espeluznante relato como excepcional testigo de estos crímenes, reconoce y nombra a tres vecinos suyos asesinados y enterrados aquella noche en esta zanja de Areces.
Sería interesante que esta iniciativa del Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa pudiera ser coordinada con asociaciones y autoridades asturianas para que, en conjunto, se pudiera concluir, de una vez para siempre, este nefasto capítulo de nuestra historia. Sin duda lo lograría la exhumación de los cadáveres sin excepción. Todos ellos compartieron su infortunio defendiendo básicamente las mismas ideas. Sería lamentable, pues, que a estas alturas alguno fuese discriminado por sus orígenes.
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