El rojo no se pasa de moda
Recin acabo de escuchar a Cayo Lara en laPrimera (de esta semana en adelante la televisión pública) y me pregunto por qué o por cuanto Izquierda Unida lleva 5 o 6 años desaparecida de la politica activa. También acabo por preguntarme que hace Llamazares conservando su acta de diputado.
Yo no sabía que IU contaba con un memorandum de medidas concretas sobre como afrontar la actual coyuntura económica (comienzo a aborrecer la palabra crisis). La intervención de Llamazares en el debate del estado de la nación no me mereció más credibilidad que la pataleta de un guaje que se hace el duro para llamar la atención del papá Zapatero. Un discurso dirigido a todos esos que se indignan por la situación sin levantarse del sillón. Se dedicó a pedirle al presidente del Gobierno que solucione esta papeleta siendo consciente y poniendo de manifiesto que sabe que es una minoría y que IU está aquí porque tien que haber de to` nesti mundo.
Por el contrario, el compañero Cayo puso sobre la mesa iniciativas concretas, sensatas y solidamente apoyadas en la base del socialismo democrático.
La presentadora, confiando en lo efectivo del adormecimiento argumentativo que el PSOE administra desde hace unos años a IU, le pidió que propusiera soluciones al paro. Con una solvencia que hace tiempo no se ve en la izquierda habló de banca pública, vivienda pública, empleo público. Intervencionismo ¡socorroo! ¡que vienen los rojos! No, señores, precisamente se predica que el liberalismo debe apañarselas con sus métodos. Los creadores de burbujas deben batirse en duelo en su própio campo. En Asturias el porcentaje de beneficio de un promotor pasó de un 10% sobre el precio de venta de la vivienda a mas del 20% en la década 1996-2006. ¿Dónde están esos beneficios obscenos? No están en los sueldos. El periodista de El Mundo le dice que ese discurso es antiguo. No señor, no es antiguo el derecho a la vivienda. Desde que este derecho se incluye en el decálogo de la dignidad de la persona pasa a ser atemporal. Lo moderno es asegurar que cada persona tenga un techo y una educación. Nos diferencia del antiguo régimen el reconocimiento de la dignidad de la persona por el hecho de ser hijo de una madre. Es progresista proveer a todo hijo de vecino de las herramientas básicas para luego partirse la cara en el mercado para conseguir el nivel de comodidad y desarrollo material que cada uno estime oportuno o deseable. ¿Mercado? Por supuesto, pero partiendo todos de la misma linea de salida. La educación, la salud, la vivienda, el agua, un trabajo digno no son consignas marxistas. Son la razón por la que estamos aquí y la única forma de asegurar que nuestros hijos serán y estarán mejor que nosotros. Se le puede aplicar sin discusión el alto calificativo de verdad y está documentado desde la grecia antigua hasta hoy en día pasando por la revolución francesa.
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