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Funcionario, docente, indignado

23 de Enero del 2013 - Ángel de la Fuente Martínez (Oviedo)

El Gobierno de nuestro país formado por un elenco de personalidades, parece ser de reconocida preparación, se presentaba como una alternativa a siete años de Gobierno socialista para salir de una crisis que venía como un tsunami y que se negó por activa y por pasiva. Llevamos un año de Gobierno conservador y, lejos de ver brotes verdes o una tímida luz como aquella que irradiaba los carriles de los túneles en curva, vemos que pasa todo lo contrario, sube el paro, cierran empresas, el consumo no se incrementa y eso que una prima, que tiene de nombre riesgo, parece que baja, pero no lo deseado. ¿Seguimos igual? No, estamos peor y la situación, lejos de mejorar, empeora día a día.

El día 20 de diciembre de 2012 abro la comunidad Educastur y, siendo consciente de que no iba a haber esa ansiada y merecida paga extraordinaria, me encuentro que voy a cobrar 155,57 euros menos que en el mes de noviembre, mientras que los descuentos han ascendido de 855,73 euros a 1.011,30 euros. ¿Por qué ha ocurrido esto? Porque el Gobierno del PP ha mantenido las cargas impositivas en nuestra nómina de una paga que no cobramos. Esto tiene un nombre: robar a los trabajadores. Estos días imparto a mis alumnos de primero de Bachillerato el movimiento obrero y, desgraciadamente, tengo que decirles que estamos retornando a una conculcación de derechos por los que tanto han luchado aquellos hombres de los siglos XIX y XX que trabajaron en condiciones infrahumanas.

Uno no puede más que cabrearse cuando tiene conocimiento del precio de los menús de sus señorías que, a fin de cuentas, pagamos nosotros o cuando echa un vistazo a sus emolumentos que oscilan entre los 15.860,22 euros y los 3.684,43 euros. La indemnización que reciben por residencia oscila entre los 1.823,36 euros y los 870,56 euros. ¿Cómo se pueden justificar estos sueldos en circunstancias como las que estamos viviendo? Simplemente, porque la clase política en España en un elevado porcentaje no tiene principios, pero sí una cara muy dura. Al hilo de esta aseveración me viene a la memoria un artículo publicado en LA NUEVA ESPAÑA el verano del año 2011. La autora se lamentaba de que una de las grandes preocupaciones de los ciudadanos era la clase política y, efectivamente, lo es, porque lo desconozco, simplemente hay que ser mayor de edad y subirse al tren en el momento y el lugar oportuno. Las consecuencias de esta situación todos las conocemos, por desgracia. Si para ser político solamente es suficiente ir en una lista y no moverse para seguir saliendo en la foto, para ser funcionario hay que superar una tediosa oposición con su abultado y abierto temario; luego, en Educación, sufrir el estatus de funcionario en expectativa de destino y, posteriormente, ir a las antípodas al obtener el destino definitivo esperando a que un concurso de traslado te permita acercarte a tu lugar de residencia o que las migajas de una comisión de servicios te permitan conciliar el trabajo con la vida familiar. Todo ello conlleva viajes para los que los funcionarios ya sean de empleo interino o de carrera tienen que desembolsar parte de su salario, porque no se contemplan indemnizaciones por razón de residencia; para sus señorías, sí. Mientras tanto, a los funcionarios se nos priva de un derecho histórico, las llamadas gratificaciones de diciembre, junio, y el señor Rajoy se queda tan ancho porque vive en otra dimensión; su reino y el de los suyos no es de este mundo. Lo más curioso del asunto es que se pretende solucionar un problema de este calado a costa de los funcionarios, porque, como dicen algunos, es una ganga tener esta condición por el mero hecho de pasar un examen, pero nadie tiene en cuenta las horas de preparación y posteriormente de perfeccionamiento o puesta al día. Es más, en época de vacas gordas nadie nos hace partícipes de los beneficios; en cambio, ahora no tenemos derecho a quejarnos porque cobramos todos los meses y disfrutamos de un empleo fijo. Los funcionarios de este país han visto rebajado, que no congelado, su salario durante tres años siendo presidente del Gobierno Felipe González, pues había que pagar los pufos de la Expo-92 y de las Olimpiadas. José María Aznar hizo lo mismo un año y luego Zapatero comenzó con los recortes que Mariano Rajoy continuó incrementando. Hay otra manera de hacer política, política realista, aquella en la que se predica con el ejemplo, pero eso no lo van a hacer ni los unos ni los otros. Haciendo una adaptación del texto de Jovellanos –... «Tantas cátedras de latín y de vieja y absurda filosofía establecidas en todas partes... tantas cátedras que sólo son un reclamo para atraer hacia las carreras literarias a la juventud... tantas cátedras que yo pregunto: ¿no sería mejor suprimir?»...–, me atrevo a decir: «Tantos senadores, diputados provinciales, concejales de ayuntamientos de maqueta... tantos politiquillos que yo pregunto: ¿no sería mejor suprimir y sobre todo si son corruptos?»... Un hablar por no callar. Recuerdo al hilo de esta reflexión un curso en el que participé en noviembre del año 1999 en el Centro de Estudios Constitucionales en Madrid. Estaba destinado a directores y jefes de estudios licenciados en Geografía e Historia. Conocimos a muchos políticos, algunos desgraciadamente ya no están como Solé Tura, pero nunca olvidaré una respuesta de Esteban Pons en el Senado: «El Senado, ni a nosotros ni al principal partido de la oposición nos interesa reformarlo». Sin comentarios. Seguimos igual que en el marco político de la restauración de 1875, nos negamos a evolucionar y a romper con aquello que va contra la idiosincrasia de nuestro país tan bien reflejada en la literatura del Siglo de Oro.

Por si fuera poco en nuestra Asturias en la que la Autovía del Cantábrico lleva en ejecución más años que la construcción de El Escorial, el soterramiento de las vías en Langreo de aquella manera, el de Gijón qué decir... dedicamos de los Presupuestos más de 600.000 euros a pagar asesores para sus señorías, un millón de euros para finalizar el circuito y Museo de Fernando Alonso, pero poco más de 100.000 euros al emblema de Asturias, nuestro Prerrománico. El mundo al revés. Cómo se puede justificar que los diputados autonómicos tengan que disponer de cien millones de las antiguas pesetas para asesores. ¿Qué harían los asturianos si en los Presupuestos esta cantidad se destinase a los médicos y los profesores para que los asesoren en el ejercicio de su trabajo? Desde luego que no se quedarían de brazos cruzados. Nosotros suplimos nuestras carencias haciendo cursos de actualización fuera de nuestro horario de trabajo e incluso a veces pagándolo de nuestro bolsillo o adelantando el dinero. Por cierto, para estar en un hospital o en un centro educativo hemos tenido que presentar una titulación universitaria y superar una oposición; un diputado y un concejal no tienen que hacer nada.

Yo no pienso gastar ni un euro en estas fiestas, lo mínimo, y contribuiré muy a mi pesar a que el comercio se venga abajo, porque ningún trabajador es responsable de esta crisis. Somos víctimas y ahora más que nunca tiene vigencia la teoría de subsistencia de los salarios que criticaba Marx. Si las prestaciones sociales suben como en esta nómina, si se recortan –hay que pagar 5 euros por usar una ambulancia–, difícilmente podremos contribuir a generar riqueza. El Gobierno del PP tendrá muchos conocimientos de macroeconomía, microeconomía, pero de economía doméstica ninguno, porque posiblemente ellos nunca la han tenido que poner en práctica; en cambio, muchas personas sí y por eso no puedo estar de acuerdo con este ataque del que soy una víctima más. Mi único objetivo es que todos los cursos consiga formar en cada grupo de alumnos una mente al menos que sea crítica para que en un futuro a medio plazo puedan transformar un país en el que desaparezca la mediocridad, la inutilidad, el amiguismo, el comadreo, la envidia, el acoso y se juzgue a la persona por su coherencia, su preparación, su capacidad de trabajo. Un reto, que posiblemente sea una utopía, pero es lo que nos queda.

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