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Un compañero cántabro del Beato Melchor de Quirós

23 de Enero del 2013 - Paulino Laguillo García-Barcena

En los últimos días del pasado año 2012 se publicaba en la prensa de Cantabria un artículo de opinión sugiriendo al Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna que perpetuase el nombre de un antiguo fraile dominico natural de dicho municipio y que a mediados del siglo XIX cristianizó en Indochina la región de Tonkin con el Beato Melchor de Quirós, habiendo sido ambos obispos de aquella zona del actual Vietnam del Norte.

Del misionero cántabro se destacaba que había sido «un auténtico héroe en Indochina predicando durante treinta años la religión cristiana en unas condiciones de vida de lo más deplorables y salvándose en múltiples ocasiones del martirio más horroroso que pueda imaginarse, hasta el punto de que haber conseguido librarse del mismo se ha considerado un hecho auténticamente milagroso».

Fray Manuel Ignacio Riaño Díaz de la Essa, Obispo de Tonkin, nació el día 31 de agosto de 1829 en Coo (barrio de La Canal), uno de los pueblos que componen el municipio de Los Corrales de Buelna. Huérfano muy niño de padre, fue enviado por su madre a Ocaña para que se educara bajo la protección de un tío suyo. Allí conoció a los Padres Dominicos y pidió ser admitido en la orden, lo que tuvo lugar el día 25 de septiembre de 1847, haciendo la profesión solemne el 26 de diciembre del año siguiente. El convento de Ocaña estaba entonces especializado en la preparación de misioneros y fue destinado a Filipinas, perteneciente a la monarquía española.

Subtítulo: Fray Manuel Ignacio Riaño Díaz de la Essa fue obispo de Tonkin

Destacado: El dominico de Los Corrales de Buelna estudió la lengua vietnamita en Cao-Xa, siendo su instructor Fr. Melchor García Sampedro, mártir algunos años después al ser nombrado vicario

Fr. Manuel Riaño terminó los estudios en Manila y, una vez examinado de confesor, se le destinó a las misiones del Tonkin el 11 de enero de 1855. Salió con otros compañeros de Manila, vía Macao, llegando el 4 de agosto a Dong-Xuyen, precisamente fiesta de Santo Domingo en dicho pueblo del Vicariato Oriental, y el día 28 de dicho mes a Luc-Thuy, perteneciente al Vicariato Central, donde se le había destinado.

Sobre lo inhumano de las persecuciones que allí sufrían estos misioneros escribía Fr. José María Morán Álvarez que «son despedazados tan luego como sean cogidos por los gentiles. Ellos se han sepultado voluntariamente en las cavernas de los montes y viven en compañía de las fieras. Desde que dan el primer paso en el reino de Tonkin puede decirse que firmaron la sentencia de muerte».

El dominico cántabro estudió la lengua vietnamita en Cao-Xa, siendo su instructor Fr. Melchor García Sampedro, mártir algunos años después al ser nombrado Vicario. En Ocaña era muy extendido el dicho siguiente: «Obispo en Tonkin, mártir al día siguiente». Las persecuciones eran constantes, debiendo permanecer ocultos durante el día para evangelizar a los indígenas por la noche.

La crueldad más increíble corrió a cargo del sanguinario rey de Annam, Hoang Nham Tu Duc: «El sufrimiento padecido por los dominicos de Tonkin durante su reinado conllevó las mayores atrocidades humanas que puedan describirse, especialmente durante la persecución del 57 al 62, es asunto imposible». Vivieron momentos de lo más espeluznantes con los crueles martirios de obispos, como en el caso de quien había sido su instructor, Fr. Melchor García Sampedro, horriblemente martirizado el día 28 de julio de 1858. Crucificado de pies y manos que atravesaron con estacas, cortaron sus piernas por las rodillas, los brazos y la cabeza, extirpándole las vísceras de su cuerpo y colocándolas en lugares emblemáticos como advertencia a la población cristianizada.

Manuel Ignacio Riaño Díaz de la Essa «entró a ejercer las de Vicario Apostólico a últimos de noviembre de 1879». Su vicariato comprendía casi toda la provincia de Nam-Dinh y la de Hun-Yen completa. Debido a su muy delicado estado de salud (le llegaron a dar la extremaución), a consecuencia de las durísimas condiciones de vida padecidas lo largo de treinta años, regreso a España en 1884 y falleció el día 27 de noviembre, pocos meses después de su llegada y de visitar su pueblo natal de Coo en Los Corrales de Buelna.

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