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Una bomba hormonal por 20 euros

18 de Mayo del 2009 - Gema Sala Acera (Oviedo)

España y los españoles tenemos problemas. Algunos muy serios. Por ejemplo, cuatro millones de parados y un millón de familias en las que nadie tiene trabajo. Dado que el Gobierno no tiene ni la menor idea de cómo afrontar esta situación, todo lo que se le ocurre es generar una cortina de humo para que el personal -y sobre todo aquellos que supone más proclives a sus tesis- hable de otra cosa y no caiga en la tentación de buscar una alternativa política con más ideas (si es que la hay).

La última cortina de humo se llama "píldora del día después". Consiste en una bomba hormonal con múltiples efectos secundarios. Para llegar a esta conclusión no hace falta una cátedra en obstetricia y ginecología en Harvard. Basta con observar el fin para el que ha sido diseñada. Se trata de un fármaco que busca evitar el embarazo y lo consigue de tres formas: impidiendo o retrasando la ovulación; bloqueando la fecundación, y, si no logra estos dos fines, evitando que el óvulo ya fecundado se implante en el útero. A esto último se le denomina, en román paladino, aborto. Y no cabe duda de que para llegar a este punto no sirve tomarse una simple juanola.

Con la supuesta buena intención de otorgar derechos a la mujer ante un embarazo indeseado, este Gobierno amplía la gama de torturas para terminar con la vida de su hijo: un cóctel de hormonas, un aborto directo subvencionado… Ya no hace falta una receta. Ni la supervisión de un médico. Ni la orientación de un padre o una madre. Lo de menos es la salud de la mujer, el derecho constitucional, la edad de la joven. Todo vale con tal de ser progresista. Todo vale, exactamente, 20 euros.

Nuestro Gobierno no contempla ni admite otras alternativas, como las ayudas económicas y sociales. O cambiar la ley de adopción nacional. Únicamente considera soluciones de muerte. A este Gobierno parecen importarle demasiado los votos de los jóvenes, a los que percibe entretenidos con su sexualidad continua y en cuyo auxilio acude con soluciones fáciles y baratas (20 euros). Si quieren ir de visita cultural con su colegio a Grandas de Salime, permiso paterno y por escrito. Si quieren ingerir una bomba hormonal de consecuencias imprevisibles, libertad total, eso sí, tras una breve alocución de un honrado farmacéutico que ejercerá el papel que correspondería a los papás de la criatura y, subsidiariamente, al médico de familia que conoce a la paciente.

Ojalá lleguen pronto los "brotes verdes" de la economía. Porque, de lo contrario, resulta desagradable pensar cuál puede ser la siguiente cortina de humo que lance este Gobierno. Mal negocio hemos hecho con unos gobernantes que sólo quieren que trabajemos y paguemos impuestos para que ellos, mientras tanto, puedan dedicarse a pensar por nosotros, financiar a cierta industria farmacéutica, educar a nuestros hijos, abortar a nuestras hijas, llenarlas de hormonas y dejarlas desmoronadas psicológicamente (síndrome post aborto). Todo en nombre de la libertad y a cambio de 20 euros.

Gema Sala Acera, coordinadora en Asturias de Unidos por la Vida, Oviedo

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