Ser católico

15 de Junio del 2009 - Julio García García (Oviedo)

Hasta hace algunos años las personas que tenían la fe católica sabían muy bien que esto suponía estar en plena comunión con la doctrina de la Iglesia, es decir, con sus dogmas, su moral, sus sacramentos, su liturgia y con el magisterio del Papa y de la jerarquía.

Pero desde hace unos años nos encontramos con personas, a veces de relieve social, que dicen que su religión es la católica y luego se contradicen, pues manifiestan opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia. Incluso se oyen cosas como «soy católico con reparos» o «soy católico no practicante».

Estas personas serán, quizá, creyentes, pero no pueden manifestarse como católicas.

El católico sabe que sus creencias, sus opiniones en materia religioso-moral tienen que estar en plena comunión con la doctrina de la Iglesia, que viene expuesta en el catecismo universal de la Iglesia católica, apostólica y romana.

Así, el pensamiento de los católicos sobre los dogmas, sobre el aborto, sobre la eutanasia, sobre el matrimonio, sobre las relaciones sexuales, etcétera, no puede ser otro que el de la Iglesia.

Y cuando de buena fe una persona que se tiene por católica piensa de modo distinto y contrario, por ignorancia, debe reconocer su equivocación y rectificar.

Lo que no es admisible es salir a la prensa con opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia y decirse católico.

Todos, desde los sacerdotes a los demás fieles, tenemos que mantener la doctrina verdadera y en comunión con el Papa y los obispos en lo que es de su competencia.

Más lamentable es aun que algún sacerdote desmandado siembre confusión entre los fieles, conducta más grave que sus pecados por debilidades humanas.

La religión católica es lo que es; el que quiere, usando de su libertad, la admite y la procesa y trata de cumplir sus mandamientos, y el que no, allá él con su conciencia y su responsabilidad.

Otra cosa curiosa, por no decir otra cosa, es la conducta de aquellos que declarándose ateos, agnóstico o no católicos se escandalizan porque la Iglesia declare y defienda su doctrina de siempre, y de modo concreto su oposición al aborto, a la eutanasia activa, al matrimonio de homosexuales, al divorcio vincular o a las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Da la impresión de que lo que pretenden es que la Iglesia asuma las posiciones de la izquierda española y se haga pro abortista, pro eutanasia activa, pro divorcista, pro matrimonio homosexual, etcétera.

Y hasta se atrevan a tacharla de retrógrada, desfasada, desactualizada y cosas por el estilo por mantener su doctrina esencial de siempre.

Sobra simplismo y falta de rigor intelectual y coherencia respecto a la Iglesia, aunque no se compartan sus principios.

Y también es necesario que las personas que se definen como católicas sean coherentes con su fe y no subordinen la doctrina de la Iglesia al pensamiento de su partido, pues Dios está por encima de todo, llámense partidos o intereses que choquen con sus mandamientos.

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